Pobre mono!... ¡Dame la pata!... No. La mano, he dicho. ¡Salud! ¡Y sufre!
César Vallejo
Mirá vos, che
yo, que hasta hace poco no sabía
que el Parkinson hace sufrir
Por suerte hay cosas que se han divulgado
Pero igual
jamás aprendí de la artrosis por rodilla ajena
aunque fuera la mismísima rodilla de mi madre
Nos cuesta imaginar otros dolores
Hay quien no tiene la más remota idea de lo que duele separarse
Los que viajan en bondi no tienen la menor idea,
-sobre todo-, de a quién tienen al lado
Yo tuve un conocido que curaba gatos, pero
era incapaz de entender a quienes lloraban
al eutanasiar a uno de ellos
como si fuera de su familia
Tal vez hoy se dé cuenta… o no, o jamás.
Arrancar la arrogancia de los pelos
es la única manera posible
de que se mande a mudar de las personas.
En general, se agarra más que piojo
de las cabezas aun peladas
de mucha gente
Sobre todo, de la gente que cree
que ‘la gente’ son siempre los demás
Y va diciendo ‘esa gente mala, esa gente que ríe, esa gente que habla’,
etcétera
Y yo digo que esa ‘gente que habla de la gente’ como si ellos no lo fueran,
es gente maledicente
como yo lo estoy siendo en este poema vengativo y tonto
porque también soy pura gente nomás y no-menos.
Tenía yo un pariente que alguna vez supo ser bueno de verdad
y luego se olvidó
Se plegó, -uno más-, a las torpes modas de la época.
Tuve alguna vez una amiga, y la madre, y la hija de una amiga
que alguna vez supieron no sospechar
y luego se olvidaron,
como tanta gente se olvida de cómo era confiar,
en medio de la negrura de una vida a medio oírse
a medio oír a los demás
sin llegar a comprender.
***
Dicen que la meditación te ayuda
a serenarte
a sanar, y esas cuestiones
de las que muchos sospechan.
Yo creo que alguien, alguna vez
se vio acorralado por su propia imagen
bien acomodado entre la espada y la pared
de algún lío personal
Y ya no pudo echarle la culpa a nadie
De tal manera no pudo
que se quedó ahí
Porque de veras ya no había a dónde ir
Y se puso a respirar
Y así
Respirando
Respirando y no huyendo
Descubrió todo lo que hacía falta descubrir
Y fue sabio.
Eso no te lo cuentan
Qué pena, pero qué pena enorme
que a nadie le interese escuchar
de qué sufre quien oye voces
de qué sufre uno que no es loco cuando enloquece
de qué sufrimos todos los que no escuchamos voces
ni lidiamos con el deseo de hacerle el amor a un pie
Qué pena no saber qué le pasa a ciencia incierta
a cada vecino que cree que es normal
sólo cuando no le pasa nada.
Y por eso, nada cuenta a los demás.
Mostrame tu pata, prójimo:
Tengo sed de saberme
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