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viernes, 13 de junio de 2025

Mirá vos, che

Pobre mono!... ¡Dame la pata!... No. La mano, he dicho. ¡Salud! ¡Y sufre!

César Vallejo


Mirá vos, che

yo, que hasta hace poco no sabía 

que el Parkinson hace sufrir

Por suerte hay cosas que se han divulgado

Pero igual

jamás aprendí de la artrosis por rodilla ajena

aunque fuera la mismísima rodilla de mi madre

Nos cuesta imaginar otros dolores

Hay quien no tiene la más remota idea de lo que duele separarse

Los que viajan en bondi no tienen la menor idea,

-sobre todo-, de a quién tienen al lado

Yo tuve un conocido que curaba gatos, pero

era incapaz de entender a quienes lloraban 

al eutanasiar a uno de ellos

como si fuera de su familia

Tal vez hoy se dé cuenta… o no, o jamás.

Arrancar la arrogancia de los pelos 

es la única manera posible 

de que se mande a mudar de las personas.

En general, se agarra más que piojo 

de las cabezas aun peladas 

de mucha gente

Sobre todo, de la gente que cree 

que ‘la gente’ son siempre los demás

Y va diciendo ‘esa gente mala, esa gente que ríe, esa gente que habla’,

etcétera

Y yo digo que esa ‘gente que habla de la gente’ como si ellos no lo fueran, 

es gente maledicente

como yo lo estoy siendo en este poema vengativo y tonto

porque también soy pura gente nomás y no-menos.

Tenía yo un pariente que alguna vez supo ser bueno de verdad 

y luego se olvidó

Se plegó, -uno más-, a las torpes modas de la época. 

Tuve alguna vez una amiga, y la madre, y la hija de una amiga

que alguna vez supieron no sospechar

y luego se olvidaron,

como tanta gente se olvida de cómo era confiar, 

en medio de la negrura de una vida a medio oírse

a medio oír a los demás

sin llegar a comprender.


***  


Dicen que la meditación te ayuda

a serenarte 

a sanar, y esas cuestiones

de las que muchos sospechan.

Yo creo que alguien, alguna vez

se vio acorralado por su propia imagen

bien acomodado entre la espada y la pared

de algún lío personal

Y ya no pudo echarle la culpa a nadie

De tal manera no pudo

que se quedó ahí 

Porque de veras ya no había a dónde ir

Y se puso a respirar

Y así

Respirando 

Respirando y no huyendo

Descubrió todo lo que hacía falta descubrir 

Y fue sabio.

Eso no te lo cuentan

Qué pena, pero qué pena enorme

que a nadie le interese escuchar 

de qué sufre quien oye voces

de qué sufre uno que no es loco cuando enloquece 

de qué sufrimos todos los que no escuchamos voces

ni lidiamos con el deseo de hacerle el amor a un pie

Qué pena no saber qué le pasa a ciencia incierta

a cada vecino que cree que es normal

sólo cuando no le pasa nada.

Y por eso, nada cuenta a los demás.


Mostrame tu pata, prójimo:

Tengo sed de saberme





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