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domingo, 10 de octubre de 2021

Cuando la literalidad mata


la literalidad mata

la literalidad mata

si usted lee esto literalmente

deberá caer muerto en este mismo momento

por eso no conviene ser literal




¿ descubrió ya la letra "O" entre estas dos imágenes?

(shhhh: la "O" es una trampa)


Leer en forma literal es más o menos un asesinato, tanto en la literatura como en la vida.

La literalidad parecería ser una especie de fundamentalismo, una absolutización de la letra en desmedro del sonido que la contiene y le otorga vida.

La literalidad es la exactitud matemática de la que hasta la matemática carece.

Es pretender que la frase "X es canoso" equivalga a decir que X no tiene un solo pelo de color en su cabellera, o que "X tiene pelo castaño" equivalga a decir que no tiene ninguna cana o cabello de color ligeramente rojizo.

La literalidad y la interpretación permanente conducen a la palabra a un destino triste, totalizador, carente de matices, del mismo modo que quien lee un poema creyendo que el mismo es sólo lo que dice en forma expresa, quitando de la posibilidad expresiva esa tan particular que posee el arte, la de aludir a un sinnúmero de cosas con una sola imagen, como si el yo poético contuviera un solo y unívoco mensaje para un solo y unívoco destinatario, como si no hubiera una masa enorme de experiencia atesorada en una sola frase.

La plasticidad, la posibilidad de entrar y salir de algo dado, la posibilidad de crear puertas y ventanas en vez de barrotes puede entrenarse, tanto en la comprensión de la escritura como arte como en el intercambio comunicativo que tanto nos interpela hoy en día.

Sin esa plasticidad, la palabra se amarga, se vuelve condena en vez de instrumento, se torna, como dijera el lobo al principito, en fuente de malentendidos, porque la palabra independizada de su contexto puede mentir mucho más que otras manifestaciones humanas. 

"No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos" es puro sonido. Supongo que por eso es una frase tan bella. Porque quien ve con el corazón mira, pero ve gestos, movimientos, acciones, percibe dentro de un sensorium, mira dentro de la mirada que proveen los ojos, mira mientras escucha cómo de la boca salen palabras que van tomando climas, y ese todo lo informa infinitamente más que la letra despojada.

tal vez por eso la metáfora, el silencio, el haimi de los japoneses, tal vez por eso la poesía hace vivir a la palabra realidades que pueden volar. 

"poesía es cuando las palabras cantan", le decía un niño a Murray Schafer, y de ahí él toma el título de uno de sus libros más apasionantes.

Sin "sonido", la palabra es como la paz: un bien que puede crear cementerios.

Creemos pues, y creamos en una palabra apasionada y en una paz apasionada.

Sólo quien tiene una vida afectiva rica puede transitar un alhzeimer acariciando perritos o cabellos de niños. Si el mundo del corazón no crece, una persona despojada de la palabra equivaldría a un muerto en vida.

Y sin embargo, la única muerte es cuando nos quedamos sin abrazo, cuando nos quedamos sin ternura. El despojado de la palabra y de la memoria puede ignorar que quien le habla es su hijo, pero su mirada lo acaricia igual.

Sin esa capacidad, somos y seremos  sólo y tan sólo una fuente de malentendidos, seres despojados de la dimensión erótica y tierna en el más amplio de los sentidos, que poseen los animales, seres acosados por palabras, esclavos de su importancia.

Usar la palabra para lo que no sirve equivale a querer "entender" una pintura, algo así como sacar el centímetro para saber si hace frío o calor.


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