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domingo, 15 de mayo de 2022

Palabras de presentación del Libro “La palabra sin nombre”, de Darío Maroño

(éstas fueron las palabras que dediqué a Darío y su obra, allí por el año dos mil trece. Hoy las recupero, y dejo otro testimonio, pequeño y sentido de ese día inaugural. Gracias Darío por elegirme. )


Bueno, es difícil saber cómo empezar, pero elijo hacerlo citando un verso de Darío, un solo verso que es éste: “bajo un temblor de humanidad”.

Y es que las personas se encuentran muchas veces. Pero en realidad, siempre que las personas se encuentran lo hacen bajo un temblor de humanidad.

Es valiéndome de este verso que me referiré primero a las razones por las cuales estoy aquí, en este momento, acompañando en este alumbramiento a quien fuera sólo un compañero de trabajo, profesor de literatura en la escuela nocturna que nos reúne. Y es sabido que la luz de la luna siempre alumbra distinto. Merced a ese brillo lunar, Darío pasó de ser un compañero más, a convertirse en  amigo y compinche de intercambios literarios entre pasillos, libros recomendados, gusto por ciertos poetas y escritores…

Y hoy, Darío Maroño, poeta y amigo, abre ante nosotros un cubito mágico del que salen presurosos los poemas, expulsados casi…desplegándose, abriéndose, ávidos por romper el reducido habitáculo que los encierra.

Una palabra sin nombre lo habitó y lo habita, y ha sabido sentirla y hacerla transmisible…

Esa orfandad y su triste poetizar a través de las grietas del lenguaje, de la existencia, de la angustia…

Acaso ese puñado de abejas que hicieron nido en su boca le hayan provocado ese escozor, esa necesaria molestia que obliga a expulsarlas convertidas en dulzura.

Podría decir, -desde una mirada sonora o musical-, que “La palabra sin nombre”, -este libro que aquí y ahora viene a encontrar su fecha de nacimiento-, se asemeja a una sonata en tres movimientos: “Noche”, “Palabra”, “Silencio”.

No hay en ella el clásico contraste entre la epifanía exultante del primer y el tercer movimiento contrapunteándose con un segundo momento quedo y meditativo…

Más bien, es todo el libro el que despierta en mi propia sensibilidad ecos de Brahms, ese clima de algún otoño bien madurado que, -sin prisas-, imprime en el conjunto un carácter íntimo y meditativo, pausado, que encuentra por momentos destellos de luz matinal.

Viene a mi mente el título de un libro muy querido de Murray Schafer, que fue un innovador pedagogo de la música el cual interpretó en su obra los múltiples puntos de encuentro entre las artes, entre los diversos lenguajes en que lo sensible se expresa…El título del libro al que aludo es “Cuando las palabras cantan”, y está tomado de la frase pronunciada por un niño pequeño, que el atento maestro supo registrar:

 “Poesía es cuando las palabras cantan”…

 Y a esa frase me remite Darío en uno de los poemas:

 

” A veces canta el silencio en la rama delgada de la voz

Y rasga el sonido de las cosas

Detiene el tiempo”

 

La rama delgada de la voz se ha abierto paso, como en un parto…

Nos dice que ante el vacío “Algo habrá de abrirse o de morir”.

Sin embargo, luego de atravesar esa sensación de angustia, todo lo que puja logra por fin “romper el cascarón”, y hoy canta, nos canta  la palabra sin nombre.

 

Siento en forma inequívoca que este libro posee la no tan frecuente cualidad de llegar desde una génesis noble: que esta palabra, trabajosamente parida entre abismos, ha llegado a su canto, a su propia música. Y cuando el canto irrumpe, cuando rompe el silencio para nacer, sólo cabe detenernos a escuchar su melodía impar, temblorosa, sincera.

 

Bajo un temblor de humanidad,  a veces canta el silencio en la rama delgada de la voz.

Y hoy es una de esas veces. Detengamos, pues, el tiempo, sólo por un rato.



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