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viernes, 24 de junio de 2022

PRIMERAS NOTICIAS DE KAFKA, "CONTEMPLACIÓN"

 


Éste fue el primer texto que leí de Kafka. Fue más o menos a mis trece o catorce, no sé bien, porque fue cuando nos habíamos mudado de consultorio.

Por suerte de muy chica hice síntomas frente a una situación familiar muy difícil para una niña, y así mi familia materna decidió mandarme tempranamente a terapia. Dio con la persona indicada, ya que Jorge, mi psicólogo, fue el primer escalón  hacia mi libertad interna. 

Jorge no era de hablar mucho y nuestro intercambio había sido básicamente a través del dibujo, que por entonces era mi canal de expresión por excelencia, y el de él también, ya que además era dibujante. Fue increíble la cantidad de cosas que resolví en poco tiempo dibujo va, dibujo viene...Y cuando llegó la adolescencia, me tocó empezar otra aventura que fue un grupo de terapia para adolescentes, en pleno proceso militar.

Coordinaban Jorge y Silvia, muy  muy amigos, él con una formación más tradicional, ella también pero sumando un aporte fuerte de la psicología sistémica. 

Esos encuentros mágicos que hacíamos dos veces por semana, reunieron a chiquilines muy diversos entre los que me encontraba yo, compartiendo con otros que provenían de familias diferentes, culturas de origen diferentes, ideologías políticas de las que yo no había escuchado hablar, y un etcétera tan largo como fecundo.

Concurrir era un placer y un desafío, porque la dupla no se la iba con chiquitas, y hubo desde el vamos intervenciones fuertes, de las que a veces era difícil salir bien parado.

En el primer consultorio estuvimos poco tiempo. Y de ese poco tiempo recuerdo que una noche (porque los encuentros siempre fueron en horarios vespertinos) se propuso un juego grupal en el que empleábamos dibujos. Creo, -lo recuerdo en forma muy borrosa-, que teníamos que dibujarnos proyectados en el futuro a nosotros mismos. No tengo ni idea de qué hice yo, ni tampoco mis compañeros. Pero sí me quedó grabada para siempre la imagen que había dibujado Jorge para nosotros: éramos jovencitos que se asomaban a lo alto de una colina mirando al horizonte, a pleno sol...Era un dibujo a lápiz negro, y sin embargo me trasmitió muchas sensaciones soleadas y coloridas que por entonces parecían medio imposibles de vivir.

Cuando nos mudamos al segundo y único consultorio en el que continuaríamos juntos por varios años, uno al pasar se encontraba en un pequeño espacio que hacía de sala de espera. En esa sala de espera había un cuadro, en tonalidades muy frías, que representaba árboles en la nieve, y que contenía, abajo, esta frase, -en realidad una viñeta completa del libro "Contemplación"-, de Kafka, autor que yo desconocía. El cuadro, - me enteré más adelante-, lo había pintado Jorge.

Una y mil veces me detenía a leer la frase, pero se me hacía esquivo el significado, o era yo por entonces la que en el fondo se negaba a entender lo humano de una forma tan ambigua. ¿Cómo podía ser que lo fuerte no lo fuera tanto, y lo débil tampoco? O que todo fuera tan engañoso, y que el mundo de lo aparente y lo real tocara a los árboles también, esos seres tan nobles y eternos.

Sólo sé cuánto agradece mi alma el aporte de Jorge a mi vida, y también el de Silvia, - que se reforzaría después-, así como el pequeño y hermoso mundo de relaciones que trascendieron el ámbito del consultorio, con mis compañeros de terapia.

Sólo sé que hoy, entre fragilidades y fortalezas, puedo mirar al sol con esa actitud que nos dibujó con cariño Jorge, soñándonos de la mejor manera, y desde esa postal que no se congela, que sigue andando le digo : GRACIAS.

(dedicado con amor y agradecimiento a Jorge Basile y Silvia Crescini)

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