No tengo el mortero de la tía
Pero sí el sonido del fuego en la olla
No es metal que macera
Sino fuego que canta
Entre aromas aprendidos en la infancia
Cabañil es un nombre más de la vida
Rojo de tomate y verde de perejil
Perfumado de pimentón y vinagre
Aceite en la fritura con verdor amainado
Y ardiente
Es olla, no sartén lo que sostengo
Pero yo lo sostengo
Es redonda y profunda
Cavidad que rezuma alimento sabroso
Promesa de alegría compartida
Sobre la mesa vieja
En la casi soledad de dos personas
Unidas por un confuso parentesco
Que se re elije
Más fuerte aún en la desnudez final del tiempo
Crepita el fuego, en la hornalla
acompañando
( a mi tío C.C.)
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