Suelo sentir la vida echándose en mis hombros
Que lo que ella me entrega se me vuelve hermosura
y voy alegre por mi provincia como si dentro el sueño me mojase la lluvia
Parece que mi cuerpo fuera andando enmelado
y todo lo que he visto lo estuviera llevando para sembrarlo lejos
igual que una semilla pegada a los caballos vagabundos.
Ayer pasé majando el lila del crepúsculo
y anduve largamente rodeado por la luz despedida del olvido
y cuando me quedé en la baba de los bueyes echados y pastando
entré a la tierra como una araña por su tela, apedreada.
Como toda la savia me rozaba por dentro
desde la flor dorada de los sunchos de abril trepé en néctar y abejas
y endulcé arriba el silencioso caracol volando de los cuervos.
Me fui por la Quebrada del Toro, pedregosa,
y herido por las pencas
dejé gota tras gota floreciendo los pastos de las cumbres.
Todo está ahora como viniendo desde mi júbilo.
El cielo en los corderos espumosos y su morado duro en las ciruelas,
la corona de la granada sin su reino pequeño y destronada,
las llamas que me miran con su distancia de salina dormida,
la sensitiva que oye si le hablan antes de tocarla, y se cierra,
el hombre que en el monte ve dormitar el fuego
y lo tapa en el alba con su propia ceniza pensativa
y que después, si canta, queda como yo estoy ahora, iluminado,
soltando de sus huesos asustantes faroles en la noche.
Como soy vida verde me arrimo por la coca hasta los labios de las adivinas,
me ahogo en sus presagios que me quieren matar y que no pueden
hasta que ya dormidas me dan una arrugada y larga buena suerte.
Después, metido en el pecho dorado de los días, toco el viento.
Parece que naciera de las crines de un potro,
que fuera, joven, un río de sauces soterrados que trepa
y cae desde los temblorosos caudales de mi savia a la tierra.
Suelo sentir la vida echándose en mis hombros.
(de "Triste de la lluvia", tomado de "Antología esencial de la poesía argentina", de Horacio Armani, Ediciones Aguilar, Buenos Aires)
Sobre el poeta y su obra: http://www.portaldesalta.gov.ar/castilla.htm
(En la barra de Youtube, a la izquierda, algunas de las exquisitas zambas que compusiera don Cuchi Leguizamón en eterna dupla con su amigo poeta Manuel J. Castilla... Aún sin dominio de la tecnología, me es difícil seleccionar el material que deseo que se escuche en el blog. Pero bueno, esto recién empieza, y este capítulo que se acaba de abrir tendrá aquí la debida continuidad sonora y poética... se lo debo a Juan panadero y a Eulogia Tapia)
No puedo pasar de largo, Claudia.
ResponderBorrarManuel J. Castilla es un poeta enorme, un referente ineludible. "...mirando flores de alfalfa, sus ojos negros se azulan..." ¡Cómo no admirarlo! En una Eulogia Tapia que el poeta nos da a conocer y que amamos de inmediato. Con su amigo "Cuchi", con cuya música, la zamba adquiere una profundidad imposible de soslayar.
Este poema de Manuel, que hoy presentas, lo pinta de cuerpo entero. No podía ser de otra manera: hondo, sentido, de imágenes agrestes y tan vivas...
Gracias por este espacio, amiga.
Un beso.
Es así nomás, Juan Carlos: uno de los más grandes ¡qué presencia poética! ¡qué manera de sentir a la tierra y a sus habitantes!
ResponderBorrargracias a vos por compartir sentires!
Un abrazote