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martes, 17 de agosto de 2021

NO ESPERAR QUE ALGUIEN ME QUIERA Y ME COMPRENDA SINO YO, un poema de Gabriela Bejerman


no soy parte de mi tiempo

no respondo a la temporalidad

no pertenezco a un movimiento

ni a un grupo de artistas

no soporto más el cinismo ni la ironía

no me quieren unos ni otros porque no me porto bien

porque no me hago parte

porque no cumplo con los deberes del pertenecer

y entonces con qué derecho anhelo su afecto, su comprensión?

acaso espero que me acepten, me palmeen y comprendan

sin dejos de desprecio, vanidad o soberbia?

es imposible, ni yo misma puedo dejar de ser aquello que rechazo

no quiero ir a fiestas

quiero despertarme muy temprano y escuchar el silencio relleno de pájaros

no quiero tomar alcohol, quiero tomar mate

no quiero tomar merca, quiero tomar agua mineral natural (no fría)

no quiero preocuparme por faltar a los eventos

no me gusta sentirme paranoica en los eventos

no me gusta meter la pata en público

no tengo cultura general

vivo en un mar vacío donde todo nace por primera vez a cada instante

me cuesta aceptarlo, quisiera manejar nombres de artistas famosos, escritores, actores de películas, fechas históricas importantes, etc., pero no

hace tiempo lo acepté

me queda trabajar el presente

soltar toda esta carga de “no” al pedo

porque tengo: un montón de plantas que sonríen

palabras que bailan en el viento del poema

una paz amorosa que me doy a mí misma

una persona tranquila y que me hace reír que me tiene una santa paciencia

tengo un cuerpo que me dice lo que necesita (mañanas y agua mineral y estirarse)

tengo: ganas de estudiar canciones sin palabras y otras obras para piano

tengo el placer de leer –no puedo leer sin él, si no largo el libro -

tengo algunas personas que me quieren

tengo unas manos que masajean bastante bien

tengo la libertad de ser yo entonces

¿por qué esforzarme para que otros me acepten?

¿por qué ponerme mal por un llamado telefónico de alguien resentido que sutilmente se la agarra conmigo?

¿por qué esperar que alguien que tiene ese dolor adentro, tapado con capas de soberbio desdén por el mundo, me trate con la suavidad de un ser querido?

¿por qué no mejor amarlo yo y soltar ese raspón que me dio su llamado?

¿por qué no dejar de preferir que no haya llamado y mejor decirme: soy capaz de quererlo así y de sentir por debajo de todo eso el cariño que esa persona siente por mí aunque no se dé cuenta ni lo exprese en este instante?

¿y cuál es mi propio cariño hacia mí, más allá del Zeitgeist del que nunca formé parte?

¿por qué no comprender mi desconcierto y mi espanto?

¿por qué no acariciarme y permitirme lo que hay de mí para ser, 

para dar y no esperar que alguien más me comprenda?




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