https://ok.ru/video/3070886218301
Esta entrada se basa en la extraordinaria película "La vida de los otros", y aclaro antes que nada que anticipa mucho sobre su argumento, por lo cual cada quién evaluará si leerla antes de ver la película.
Hecha esta aclaración, "La vida de los otros" fue una recomendación que agradeceré siempre. Hace rato que no veía algo que me conmoviera tanto. Una obra maestra, una "Sonata para un buen hombre", una apuesta a la bondad esencial en medio de la más descarnada vigilancia y tortura psicológica ejercida en nombre de las ilusiones de verdad absoluta que representan tantas veces las ideologías.
https://www.jornada.com.mx/2007/06/03/sem-jose.html
El enlace que antecede permite acceder a todo el argumento de la película, y también a las entrelíneas de sus motivaciones, y de su contexto histórico y social. Es redundante volver a dar la misma información, por lo que sólo transcribiré lo que me hace falta para describir cómo impactó en mí, cuál fue mi conmoción.
En dicho enlace José María Pérez Gay nos cuenta cómo la "Sonata para un hombre bueno", es un regalo que se le hace a uno de los protagonistas por su cumpleaños, y cuyo título alude a la obra de teatro de Brecht El hombre bueno de Sezuan, historia de una prostituta que, aceptando todas las adversidades, se empeñó siempre en ayudar a los otros.
El capitán Weisler, a su vez, aparecerá en una escena leyendo un fragmento de este poema de Brecht que citaré al final en forma completa
"Si las nubes no hubieran estado allí.
Yo habría olvidado aquel beso hace mucho tiempo.
Las nubes las recuerdo todavía y las recordaré siempre,
Eran tan blancas y venían desde muy lejos."
Bien: en medio de esa situación de violencia sutil y eficaz del espionaje disfrazado de bondad que instaló el stalinismo en todas sus versiones, en medio de esa ilusión de servir al bien a través de medios atroces, en los que la tortura se ejerce muchísimo más en el plano de lo psicológico y emocional que en el de lo físico; en un contexto de crueldad legitimada, en que el libre albedrío, la posibilidad de expresar las propias ideas equivalía directamente a que los ciudadanos fueran despojados del ejercicio de sus pasiones, de sus vocaciones y talentos, degradados y mutilados donde más dolía... ahí, justo ahí, viene a situarse esta historia.
El protagonista en un momento de la película, dice: "Estoy pensando en lo que Lenin dijo de la “Appassionata” de Beethoven: “Si sigo escuchándola, no podría acabar la revolución.” ¿Puede alguien que haya escuchado esta música... que la haya escuchado de verdad... continuar siendo una mala persona?"
Perez Gay nos explica: "Esta afirmación (y en realidad toda la película) se inspiró, nos dice Von Donnersmarck (2007) en la reflexión de Lenin a su amigo Maxim Gorky sobre que no podía escuchar la Appassionata de Beethoven, su pieza favorita, porque lo hacía “querer acariciar la cabeza de la gente y tengo que hacer añicos esas cabezas para traer a ellas la revolución.
Y esto me remite a una de mis citas preferidas de nuestro Leopoldo Marechal cuando dice: "¿qué ideólogos político-sociales, divididos a muerte, no se reconciliarían, fuera de su litigante asignatura en una sonata de Beethoven, en un cuadro de Hieronimus Bosch o en un drama de Shakespeare? Elbiamor, el arte se parece mucho a un Paraíso donde los hombres logran unirse "por arriba" si están divididos "por abajo". Y te juro por el bonete de Pitágoras que si los hombres, en su locura niveladora, llegasen a destruir tan saludable jerarquía, destruirán también ese paraíso de la unificación posible, y se irán todos juntos al infierno". tomado de "Cuaderno de navegación", (Cap VIII, La torre de marfil asediada)
Quiero decir que más allá o más acá, no lo sé bien, del análisis político social del film, o tal vez en su mismo corazón, está este asunto del que trata, que se ramifica hacia lecturas de plural e intenso interés. Es que además, esta es la historia de una conversión. De una conversión de la que el arte y la filosofía en general no parecen ocuparse demasiado, y que es ni más ni menos la de un hombre común, o en este caso lo que es peor: un hombre común atrapado en lo que Arendt llamaría "la banalidad del mal", un ser carente de conciencia del daño de sus acciones, un ser voluntariamente asimilado a ser parte obediente de un engranaje terrorífico que de pronto se ve fascinado por un pellizco, un aware, un llamado de la belleza que lo despierta de su letargo.
Y ¿qué es lo que conmueve a Weisler , -ese espía de la privacidad de quienes se creen erróneamente viviendo a su aire-, al punto de decidirlo a torcer su destino aparente?
¿ Es el amor entre la mujer y el hombre que espía? ¿ Es la captación intuitiva de la autenticidad de esas vidas que además de ser plenas en el escenario, continúan siéndolo al bajar de él? ¿Es la vibración apasionada que mueve a los "espiados" la que es contagiada a través de los audios sobre los que debe testimoniar noche a noche? ¿Es la intimidad de la noche la que pone a su alma contra la pared de la verdad?
Un pellizco, un "aware" como dicen los japoneses, el llamado de la belleza...muchas veces algo pequeño, nada rimbombante, puede despertar a un ser humano.
Viktor Frankl decía en "El hombre en busca de sentido" que la decencia es un bien que se escapa de las categorías y los compartimentos. En tal sentido contraponía a los judíos que eran los capos de cada campo de concentración que actuaban como soplones, sin ética ni lealtad alguna, y a algunos soldados de las SS que realmente no podían escapar a su destino y que desde el modestísimo papel de servidores de sopa, buscaban los mejores pedazos disponibles para dárselos a los prisioneros.
¿Es poco realmente lo que se puede hacer desde el ejercicio pleno de la decencia, tomando el término como la expresión propia del ser humano que apuesta su integridad al acto correcto desde su pequeño espacio de acción, sabiendo que por pequeño que parezca ese acto, su trascendencia puede salvar una vida, y también sabiendo que ese mismo acto puede hundir la de quien lo realiza?
Creo que Weisler se ve trasmutado por el enigma del amor intenso que une a la pareja central, por el sufrimiento que presupone para ellos la censura, por la vitalidad con la que ejercen el derecho a rebelarse a un sistema opresor, por la sensibilidad que inunda ese departamento irradiando su luz a través de un grabador hasta comunicar a un humano con su naturaleza esencial.
La nube de Brecht aparece y desaparece, mientras la música que configura la banda sonora del film va ganando y ganando en intensidad junto con todo lo que acontece, incluso la tragedia.
Ese pequeño acto que sume en apariencia al personaje en una vida oscura y retirada, -degradada en cuanto a la "importancia" aparente de su función social- , es en realidad el que libera para siempre a ese personaje oscuro del comienzo. Y en este caso, no sólo a él, sino que contribuirá con una trascendencia insospechada a cambiar el curso de la historia.
Brecht, quien en esos tiempos oscuros que aparentemente impedían hablar de los árboles como él mismo lamentaba en uno de sus poemas, no obstante se hizo tiempo en medio de su intensa militancia para hablar de esos árboles; el mismo Brecht que nos recuerda que (cito de memoria) la lucha hasta contra la injusticia endurece las facciones, ese que se burla de lo extenuante que resulta "ser malo" en otro de sus poemas, impregna también con su poesía esta obra de arte mayor.
Los grandes humanistas como quienes he citado anteriormente entre tantos otros, coinciden desde diversos paradigmas en recordarnos lo que el budismo tibetano llama "bondad esencial". El mismo Paulo Freire, en su Pedagogía del oprimido nos señala que no sólo el oprimido se salva a sí mismo al liberarse, sino que colabora en la liberación de su opresor.
Siendo dolorosamente necesario hablar de cómo lo luminoso del ser humano se oscurece y decolora y hasta se pudre por los avatares y vejámenes de la vida, resulta diría casi imperioso recordar, que existe también la posibilidad inversa.
Recuerdo de Marie A. (poema de Bertolt Brecht)
1
En aquel día de luna azul de septiembre
en silencio bajo un joven ciruelo
estreché a mi pálido amor callado
entre mis brazos como un sueño bendito.
Y por encima de nosotros en el hermoso cielo estival
había una nube, que contemplé mucho tiempo;
era muy blanca y tremendamente alta
y cuando volví a mirar hacia arriba, ya no estaba.
2
Desde aquel día muchas, muchas lunas
se han zambullido en silencio y han pasado.
Los ciruelos habrán sido arrancados
y si me preguntas ¿qué fue de aquel amor?
entonces te contesto: no consigo acordarme,
pero aun así, es cierto, sé a qué te refieres.
Aunque su rostro, de verdad, no lo recuerdo,
ahora sé tan sólo que entonces la besé.
3
Y también el beso lo habría olvidado hace tiempo
de no haber estado allí aquella nube;
a ella sí la recuerdo y siempre la recordaré,
era muy blanca y venía de arriba.
Puede que los ciruelos todavía florezcan
y que aquella mujer tenga ya siete hijos,
pero aquella nube floreció sólo algunos minutos
y cuando miré a lo alto se estaba desvaneciendo en el viento.
(Versión de Jesús Munárriz y Jenaro Talens)
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