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miércoles, 11 de mayo de 2022

TRES POEMAS DE MARÍA ELENA WALSH

OTOÑO DE LA VIDA


El viento arrebate

nostalgias marchitas

que a pesar de los trenes perdidos

nos sobra esperanza y es hoy todavía.

Es esto lo que llaman otoño de la vida.

Coronar suavemente el espejo 

con fotografías.

Legamos criaturas

vivas maravillas 

a este valle de lágrimas donde 

quisimos triunfar sobre guerra y perfidia.

Es esto lo que llaman otoño de la vida.

Como náufragos darse la mano 

en un mar de ruinas.

Edad de escarmientos

y sabiduría.

A seguir en la brecha, gastando

coraje guardado y toda la sonrisa.

Es esto lo que llaman otoño de la vida.

Acudir con primera emoción 

a la última cita. 

No hay orden que dure.

Tormentas obligan

a mudarse de piel y de nido

y echar por la borda hojarasca y fatiga.

Es esto lo que llaman otoño de la vida.

El amor es más fuerte que nunca

pero uno lo cuida. 



SIN SEÑAL DE ADIÓS


Qué dulce modo tenés de no estar,

quédate así cuando te vas,

como un aroma de sol en la piel

mucho verano después

Qué melancólico modo tenés

de acompañar aunque no estés.

Tiembla en el aire del atardecer

verte por última vez.

Tanta vida mía

desvivir no sé.

A la lejanía

me acostumbraré

pero va por dentro la procesión

sin señal de adiós.

Qué dulce modo de permanecer,

cómo me das rumbo y ayer.

Hago de tanto trabajo de amor

lágrimas y resplandor.

Honda manera tenés de callar,

cántame así cuando te vas,

dejándome misterioso rumor

de manantial interior.



BORRADOR DE TESTAMENTO


Me ocurres por amor, en Buenos Aires

precisamente y a la edad oscura

en que uno desconfía porque ha visto

garabatear pizarras a la muerte,

y acumula nociones de naufragio,

coraje en naftalina, días rotos,

dolor en pañuelitos y quién sabe.

Tómala, recupera entre tus párpados

tanta dura invención como mis ojos

quemaron, tanta oscuridad inútil,

y disuélvela con la luz que tienes

para que pueda yo por fin cubrirme

de tu salud, no conocer reparo

más que tu permanencia defendiéndome.

Ambulo entre manías y escaleras

y de pronto me ocupas, desbaratas

peligros, soledad, desasosiego,

promueves hábito de la alegría

y desanudas inocentemente

hilos de tal desorden compartido

que yo me empiezo y canto porque estás.

Pero si me acabara de improviso

te dejo inolvidable testimonio,

es decir, en el aire y en papeles,

nuestra privada suavidad, la ilesa

manera de integrarnos, eso es todo,

porque de veras ya no tengo nada

más que la intimidad que nos ocurre.



("Sin señal de adiós", es además una canción, una guarania, que se puede ubicar en youtube)

2 comentarios:

  1. ¡Gracias, Claudia!
    Gracias por traernos, una vez más, la poesía de María Elena. Siempre viva. Siempre presente en su belleza y profundidad.
    Y ese "Otoño de la vida" que, en mí, es casi invierno...

    Un gran abrazo, amiga.

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  2. ¡Juan Carlos querido! llegaron tus palabras! María Elena es grandiosa, y esa poesía en particular, pega fuerte...Más allá de cuán avanzado esté el ciclo otoñal e invernal en nuestras existencias, lo cierto es que el amor es más fuerte que nunca, pero uno lo cuida. Y creo que todas las emociones son más fuertes que nunca, conviviendo con la intensidad de los sinsabores que también es más fuerte porque creo que si algo nos trae el paso del tiempo es la ponderación. Te llegue mi abrazo!

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