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viernes, 24 de junio de 2022

UN ANIMAL QUE CANTA Y SUEÑA/ VIDALA DEL NOMBRADOR, DE JAIME DÁVALOS

https://www.youtube.com/watch?v=fi1nC-kp5Ek


Mucho trabajo tuvieron siempre los que sintieron y pensaron la vida más allá de los imperativos de su tiempo.

Pienso en Fray Bartolomé de las Casas, en cuánto le habrá costado defender como clérigo la posición que defendió respecto de la categoría de seres humanos completos en los nativos indígenas.

Imagino a los hombres que cuando se le negaba del mismo modo a las mujeres esa categoría, nos hayan defendido como tales en voz alta y contundente.

Del mismo modo que los que soñaron en distintas latitudes la libertad de los esclavos, la imposibilidad de adueñarse de la vida de otro ser humano.

Adelantados.

Los blancos que apoyaron a contrapelo la lucha de los negros.

Los que se declararon desertores por negarse a matar a otro ser humano obligados por la ley de la guerra, y se aguantaron el presidio.

Los heterosexuales que en tiempos en que no estaba de moda, levantaban la voz cuando se agredía a alguien por tener otra orientación sexual.

Los que defendieron a los judíos en el holocausto, no siendo judíos, y se solidarizaron públicamente con ellos.

Los que cuidan otras formas de vida, como la de los animales, no sólo los comestibles, sino la de todos los animales.

Esa capacidad humana, netamente humana de extender el horizonte de lo posible a la amistad universal, es inmensa.

Estamos maltratando nuestras posibilidades cada vez que desvalorizamos lo que sí somos capaces de hacer bien por la desproporcionada fuerza del mal.

El taoísmo aconseja agrandar lo bueno en nuestras vidas porque lo malo tiene de por sí un mayor peso específico.

Es muy difícil para todos, ante los hechos que hoy y siempre nos han horrorizado, concentrarnos en todo lo que sí podemos.

Siempre hay una valentía encomiable en quien decide ir contra la corriente, desafiando una de las tendencias más cobardes que tiene el humano, que es moverse en tribu, en manada, en rebaño, juntarse con iguales que no se atreven a disentir estando juntos respecto de lo que supuestamente los mantiene unidos.

Somos más de lo que creemos, siempre.

Hoy, tiempo de violaciones en patota, de guerras ya intolerables a esta altura del partido, de desigualdades sociales más allá de los límites de lo admisible, brindo por los que pueden amar, por los que cuidan la tierra y la trabajan, por los que van más allá de su ombligo de algún modo, creando, dando a luz obras o hijos, cuidando los amores todos que la vida les provee, los que permanecen abiertos a la posibilidad de los milagros y trabajan desde su lugar por ellos, los que se atreven a transformarse a sí mismos, los que llegan para reparan lo que ellos mismos o lo que otros rompieron, los que limpian en el canil las cagadas de perros ajenos, los que se juntan los pedazos y los que juntan los de otros, los que se alegran a viva voz, los que se reúnen para desparramar risa, los que eligen los regalos que van a hacer, los que educan almas sabiendo el dolor de poner límites, los que siempre esperan lo mejor de los demás, los que toman lo que reciben y se dan cuenta, los que tienen una caricia siempre a mano, los que nos tuvieron la fe necesaria, los que miraron en nosotros todo eso que no vimos y nos soñaron mirando al sol corriendo sobre las colinas con alegría cuando eso no parecía posible.

Honremos al animal que nos habita y a lo no animal que también nos habita.

Seamos, como dice Jaime Dávalos, -hermosamente musicalizado por julio Lacarra-,  un animal que canta y sueña. 

( hallado hoy, revisando escritos)


VIDALA DEL NOMBRADOR

De mínimas heridas lastimado

Me voy muriendo a ratos tan ligero

Que me siento lejano y extranjero

Del que ayer fuera alegre y confiado.

Tengo un niño en el alma rezagado

No quiero endurecerme

Ay! No lo quiero 

Ni ser mi padre, 

Ni tener sombrero

Sino ser un cantor enamorado

Quiero permanecer en la tristeza

Y en la angustia de andar como los bichos

Perdido por el mundo de la leña

Llevar como una novia mi pobreza

Y morirme del gusto y del capricho

De ser un animal que canta y sueña.


Jaime Dávalos

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