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jueves, 23 de junio de 2022

ALZAR LA VOZ

 



Creo que está muy bien, que es necesario alzar la voz, frente a las señales de alarma que a uno le disparan las tantas cosas que se están normalizando en un mundo que tiende cada vez más a la crueldad.

Pululan banderas rojas ante psicópatas sueltos, pero nuestra sociedad, y la opinología que la sostiene apunta cada vez más a la fabricación en serie de personas egoístas en extremo, sólo que ahora ese egoísmo real se disfraza de nociones bonitas, como vibrar alto, como soltar, como sanar, como amar "sanamente", como expresarnos a nuestro antojo en nombre de la libertad, etc, etc, etc.

Y, -por supuesto, con límites, y todos los necesarios-, habría que empezar a decir, y hasta a gritar, que vivir es otra cosa. Vivir de veras no nos preserva del dolor, amar de veras es imposible si nos corremos todo el tiempo de la posibilidad de que el otro tenga defectos y falencias, como si nosotros oliéramos a rosas todo el tiempo.

Soltar, - ese nuevo imperativo categórico-, se ha transformado en un desprestigio de la noción original de ese concepto, para convertirse en una autorización para el crimen invisible de dejar más sola aún a una persona quebrada, en un mundo que niega el dolor , y la acosa para que supere rápidamente lo que sea que le duela, para que sane, pero que sane rapidito eso sí, para que los duelos sean meras palabras, porque toda persona que ha hecho duelos de veras sabe que un duelo es un proceso largo, y que como su nombre lo indica, duele.

Casi nadie quiere acompañar en esos trances, pero todos queremos ser acompañados cuando nos toca el turno. Casi nadie quiere escuchar hablar sobre dolores que no conoce ni le importan, excepto cuando sean los suyos, tal vez, algún día.

Sanar duele, crecer duele. Transforma, y ésa es la parte que vale la pena, pero no ahorra el proceso.

Soltar sólo es el final de un largo e intenso y HONESTO proceso de identificación de lo que en nosotros hace daño , a otros y a nosotros mismos. A veces, requiere ayuda profesional.

Soltar no es soltar personas: es soltar actitudes y hábitos propios.

Soltar a veces, implica darse cuenta de que hemos hecho todo lo posible y más aún, por ayudar en situaciones en las que ya no podemos hacer más nada, y entonces dejamos en manos del universo o dios o como queramos llamarlo, eso que siempre lo estuvo en esas manos, no en las nuestras.

Pero no nos exime de haber intentado colaborar primero.

Y también observo que mucha gente aún cree en la vida como algo estático y predecible, un escenario que no se mueve, y en el que es posible ponerse a trabajar con uno y salir al mundo nuevito de una vez y para siempre. Cuando en realidad, si la vida siempre fue impermanencia, hoy esa característica es quizás más fuerte que nunca, y hay que arremangarse con el día a día, porque no tenemos, como bien dice Pema Chodron más maestro QUE ESTE PRECISO MOMENTO, QUE ESTA PRECISA CIRCUNSTANCIA QUE ESTAMOS VIVIENDO.

Es de nuestra capacidad para auto-observarnos, para ralentizar la marcha, la escucha, la autoescucha, que depende el diario barajar y dar de nuevo, con nosotros mismos y con el otro. Día por día, incesante e implacablemente. Trabajar.

Y como veremos frutos, esos frutos serán los que nos alienten a seguir, no las burdas recetas baratas del entorno, de las redes,- que tantas veces nos sirven pero otras muchas nos enredan-.

Y nada de esto implica dejar de poner límites hacia los demás cuando es necesario hacerlo, porque el límite es un acto de amor. Buda decía que nadie puede hacer por otro lo que ese otro debe hacer por sí mismo. A veces la vida nos hace salir a patadas de la zona de confort en la que estemos metidos, aún de un confortable victimismo crónico, pero ya eso es otro cantar.

La vida siempre es más imaginativa que uno, decía un amigo hace tiempo. Más imaginativa y más sabia. Una excelente maestra que nos invita a aprender en cada momento, a patadas si fuera necesario.

Pero no sumemos más patadas, por favor. Delicadeza, por favor, tiempo, honestidad, dar lugar a lo que es, relajarse de a poco en la confianza en que este mundo siempre ha sido un buen escenario para apreciarlo y hacerle el regalo de aprender a vivir un poco más bonito, aunque cueste, aunque nos lleve la vida entera.


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