Niprosa Nipoema, - al borde de la tragedia de su jardín japonés-, recordó la frase de su amigo el pintor occidental que un día esbozó así nomás su tesis de la vida como un accidente geográfico interesante, después del cual ya son inadivinables los rostros de aquello que debiéramos haber sido o que fuimos antes de nuestras marcas.
Entonces Niprosa Nipoema cantó, encantándose en la sombra de su sonrisa renacida después de las furias y el dolor: y dijo
PRIMER DISCURSO
Yo creo, papelito
Librame de seriedades clandestinas
No quiero filosofía ni zapatos de goma
Ni palabras caducas o socialmente aptas
Para considerarse piola
O hasta para hacer de cuenta que a uno
No le importa considerarse piola
Palabras, gestos máscaras
Donde parecer, hacerse el divertido
El sabio, el serio, el buscador,
El libre, el carcajada.
Estereotipo, papelito
Disfraces: eso sabemos ser
Y qué ganas de rajarse a un bosque, papelito,
Al bosque en que pudiera encontrarte
En el momento en que vos eras árbol
Y yo no necesitaba la birome
SEGUNDO DISCURSO
Partir de la indolencia, del malestar enraizado, los defectos más profundos, para ser capaz de pintar con ellos un mar en paz. Pintarlo y decir ¿Así es? Esa conformidad conmigo misma que emana del trabajo sin exigencias es lo que quiero. El trabajo libre. Partir de la propia sombra para trabajar el amor a la propia sombra, a la humana sombra, y llegar a la luz como camino integrado. Integrar lo que escribo, lo que pienso, lo que siento, lo que pinto. Fluir. Partir de escudriñar los abismos para llegar a una síntesis que los reúna, y diluya el miedo en ese amor, que es un “por arriba” del propio laberinto.
TERCER DISCURSO
Convivir con el temor y el humor de las biromes
Con mi paso apurado por la vida
Con esta noción de amor que se acentúa
Con los inviernos ecuánimes en penas
Con la convicción de la muerte echando anclas
Con el vapor ingobernable de los días
Convivir con la casa inestable de la poesía
Como un caracol que por momentos nos deja vacíos
Y por otros, sin techo
Convivir, en fin,
Con este tesoro de cavernas que me puebla,
Con esta sabiduría hecha de trino y mamarracho
Que es en realidad lo único que deseo escribir
CUARTO DISCURSO
Jugarse es una actitud trascendental,
No así saberse, aunque en algo ayude,
y mucho menos explicarse.
Juzgarse no conduce,
pero a veces no se evita.
Juzgar y jugar son bien distintos actos
y consuman sombras y goces por todos conocidos.
¿Y el occipucio de la vida? ¿Quién lo tiene?
¿Acaso un monje zen iluminado?
¿Acaso el Dalai lama o la señora que vende frutas en la esquina?
Si no lo tiene esta birome ¡qué farsante!
¡cómo explicar que le pido imposibles hinchados de belleza!
QUINTO DISCURSO
La forma correcta de tocar la guitarra:
-Póngasela bien apretada contra el pecho, sobre uno de sus aros.
- plántesela muy segura entre sus dos piernas, haciendo eje firme contra el piso sobre la izquierda, aunque usted tenga tendinitis de rodilla.
-Asegúrese de estar sola de humanos, pero de que su perra esté ahí, arrimada, cercana.
-Empiece, siga, pifie, sienta.
-Termine, feliz de haber vibrado un poco con el preludio de bach en re, de la suite para cello nº 1
SEXTO DISCURSO
Para oír reír a la vida póngase usted a decir algo absurdo
Ubíquese en un rincón desusado de su casa y espere
Posiblemente oirá el tic tac de algún reloj
El aturdimiento del alma que aún no sabe vivir en sí misma cuando se halla en silencio
Eso se llama: la voz del miedo
Pero no se asuste: algo habrá, un gato un perro o un mosquito
Un recuerdo o ninguna de esas cosas
Y es ahí cuando usted chasquea los dedos o zapatea o se acuerda de que se acaba de poner los dos pies izquierdos de dos pares de zapatos distintos en cada pie
Y entonces se ríe
Pero usted dirá: ¡esa soy yo, no la vida!
Y entonces usted se responderá: no joda, y se reirá nuevamente,
porque ésa, justo ésa es la vida que se ríe
SÉPTIMO DISCURSO
¡Uno se alegra de tantas cosas!
Hoy me alegro de cosas mejores.
Se alegra uno por la cuotita de fama
de podredumbre y de ego que subyace
Hoy me alegro por cosas mejores.
Por la ética de quien retorna revivido,
desde un atrás que mejora lo que es.
Encontrarse, y que un huevo frito preparado con amor
sea causa suficiente de regocijo.
¡Uno se alegra de tantas cosas!
Hoy me alegro de cosa mejores.
OCTAVO DISCURSO
Comunidad de perdonantes y perdonados, de heridos, de vencidos, de aprendices
Mamá diciéndome con lágrimas que le perdone todos sus errores, el mal que me había hecho, que no se volvería a repetir y yo: está bien mamá ya está te perdono y no se volvió a repetir y tan simple como eso la vida si uno ve.
Comunidad de aprendices en que estamos y nos cruzamos como lapiceras oxidadas sin miedo al perdón.
Ahí la esperanza del vago rencor redimido con una mano que toma siempre la de otro ser amado para darle un orgasmo en el clítoris exacto de su vida.
(Collage de ocurrencias antiguas, mezcladas sin orden cronológico)
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