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domingo, 19 de mayo de 2024

poemas del mar




a la orilla del mar

asomados

a la nada, a 

la alegría

un poco de misterio

En la orilla

mientras me pregunto quién soy, 

una mujer mayor que yo, regresa

con una montaña de caracolitos

blancos, entre sus manos

una pelota vuelve con la ola

a donde madre e hija

juegan y conversan

Todos asomados, miran para adelante

Es el mar

Hacia dónde mirar sino a ese más allá

donde algunos se ahogan y otros 

navegan en embarcaciones

grandes o ínfimas

Es el mar

La contestación a todas 

las respuestas humanas

lo irrefutable, 

la ofrenda de la ola

Es el mar

Esa nada, esa 

alegría a la que asomo 

este cuerpo que tengo por primera vez

el recuerdo de todos los cuerpos que tuve

que fui

el pasado redondo

el hambre

el amor

Es el mar de la duda

y de los niños

que saltan y saltan

las horas

las olas

Es el hombre

de los pantalones verdes

que –viejito- se asoma

a su niñez

y salta con ellos la ola

por encima

Por abajo soy yo

saqueada por la ola

revolcada en la arena

o viendo cómo un pájaro

que no sé nombrar

se alza en el cielo

Mi panzota me pide que la quiera

que la deje asomarse tal cual es

a mi bikini

que no la disimule más

Soy yo el mar

los primos

mamá

cuando yo la veía gordita 

recostada en la orilla

Yo saltando las olas

topándolas

sintiendo

su golpe feliz en mi espalda

La honda ambivalencia de la risa 

y la amargura

esta niña que choca mi termo para el mate

mi amiga silenciada en sus procesos

Es el mar

abismando

nuestra existencia

mientras dos caracoles se preguntan 

por nosotros

humanos, ahí, tan lejos

ping pong

la pareja de la mano

adultos, niños, panzas

delgadeces, corazones que ven y 

que no sueñan

corazones que se sienten bajo el sol

frente al mar

la mirada adelante

cola less 

la brisa 

que acuna

un color olvidado

Las estaciones espaciales que nos espían.

desde un mundo

que prefiero no oír

La mano poderosa y cálida de la brisa nos concede

nadar y remojarnos, 

conectarse con algo

o querer conectar y no poder

Y los perros mojados

las charlas

los culos mojados

el sonido de fondo

las crestas de las olas

blancas

La mujer grande que trae 

los caracoles

a su 

adolescencia


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