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sábado, 15 de mayo de 2021

Oda a la Alegría, de Pablo Neruda (Odas Elementales)


Así quedó el pobrecito libro después de dormir conmigo durante más de un año difícil hace muchas vidas. Creo que lo leí de arriba a abajo y a la inversa unas mil noches de desasosiego. Hoy tal vez sus palabras no brillan como antes, no alcanzan las mismas resonancias, pero el afecto que le profeso a este libro, y a esta oda en particular, es inmenso.

Alegría

hoja verde

caída en la ventana,

minúscula

claridad

recién nacida,

elefante sonoro,

deslumbrante

moneda,

a veces

ráfaga quebradiza,

pero

más bien

pan permanente,

esperanza cumplida,

deber desarrollado.

Te desdeñé, alegría.

Fui mal aconsejado.

La luna

me llevó por sus caminos.

Los antiguos poetas

me prestaron anteojos

y junto a cada cosa

un nimbo oscuro

puse,

sobre la flor una corona negra,

sobre la boca amada

un triste beso.

Aún es temprano.

Déjame arrepentirme.

Pensé que solamente

si quemaba

mi corazón

la zarza del tormento,

si mojaba la lluvia

mi vestido

en la comarca cárdena del luto,

si cerraba

los ojos a la rosa

y tocaba la herida,

si compartía todos los dolores,

yo ayudaba a los hombres.

No fui justo.

Equivoqué mis pasos

y hoy te llamo, alegría.


Como la tierra

eres

necesaria.


Como el fuego

sustentas

los hogares.


Como el pan

eres pura.


Como el agua de un río

eres sonora.


Como una abeja

repartes miel volando.


Alegría,

fui un joven taciturno,

hallé tu cabellera

escandalosa.


No era verdad, lo supe

cuando en mi pecho

desató su cascada.


Hoy, alegría,

encontrada en la calle,

lejos de todo libro,

acompáñame:


contigo

quiero ir de casa en casa,

quiero ir de pueblo en pueblo,

de bandera en bandera.

No eres para mí solo.

A las islas iremos,

a los mares.

A las minas iremos,

a los bosques.

No sólo leñadores solitarios,

pobres lavanderas

o erizados, augustos

picapedreros,

me van a recibir con tus racimos,

sino los congregados,

los reunidos,

los sindicatos de mar o madera,

los valientes muchachos

en su lucha.


Contigo por el mundo!

Con mi canto!

Con el vuelo entreabierto

de la estrella,

y con el regocijo

de la espuma!


Voy a cumplir con todos

porque debo

a todos mi alegría.


No se sorprenda nadie porque quiero

entregar a los hombres

los dones de la tierra,

porque aprendí luchando

que es mi deber terrestre

propagar la alegría.

Y cumplo mi destino con mi canto.

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