En biodanza aprendemos cosas, Wilson. A veces reafirmamos
las que de algún modo vivían en nosotros. Otras veces, en cambio, incorporamos
formas, maneras que no se nos habían ocurrido antes para expresarnos y
compartir.
Hay muchas situaciones y vínculos que se vivencian de
este modo que va derecho a la emoción, al sentir.
En el encuentro de verano al que asistí en enero de dos
mil veinte, danzamos muchas situaciones de la vida. Una de ellas fue la del
hilo rojo, ese que nos une y nos aleja y nos vuelve a reunir con nuestros seres
amados. Hoy prefiero imaginarlo de color azul, no sé por qué.
También hubo algo muy especial, que, -luego, en el grupo
al que ahora asisto-, volvimos a repetir, y que me resultó muy pero muy
hermoso. Se trata de un ejercicio a dúo. Uno de los dos lleva al otro y ese
otro se deja llevar a ojos cerrados. En el encuentro al aire libre incluía
también guiar al compañero a distintos lugares para que contactara con troncos
de árboles, con flores, con objetos o con la tierra… Luego se invierte la cosa,
y el que fue guiado, guía.
La mirada blanda, por ejemplo, es otra cosa muy
interesante. Desde la pandemia hacemos vía zoom. Y es increíble cómo las
miradas se dejan sentir. Y cómo las consignas vividas en solitario puertas
adentro igual crean un clima compartido intenso.
Hace muy poco danzamos con nuestros ancestros. La imaginación,
usada para reparar, para crear o recrear escenas posibles...para desatarnos de
las historias repetidas hasta el hartazgo, e imaginar sintiendo, otras
historias.
Siempre hay muchos caminos, diversos, no todos nos
sientan bien, pero de todos al menos un poquito aprendemos si realmente queremos.
Hasta de eso que no pudimos aprender en su momento porque estábamos bloqueados,cuando
llega ese otro instante en que sí queremos, sí deseamos con todo nuestro
corazón transformarnos, ahí de pronto se amasa todo lo visto y lo oído durante
años, se entrelazan los sentidos, se desenlazan, se vuelven a entrelazar y encontramos de pronto respuestas largamente
anheladas.
Ese es el momento en que aprendemos sin distingos del señor que pasa
por la calle tanto como de un maestro, aprendemos de todo lo que nos sucede.
Y biodanza es un camino noble que no se apoya en la
palabra sino en la vivencia, en eso que nos atraviesa al sentir las emociones.
¡Cuántas caricias al alma que se pueden dar y recibir! Y cómo lo esencial se
pone en juego donde siempre estuvo. En el contacto, en la mirada, en la emoción
compartida y en lo que la mueve.
Creer en eso. Creer en la belleza percibida como tal,
Wilson.
Poder pegar el salto hacia donde la vida vive.
https://universbiocentric.com/2021/06/11/estar-bien-desde-la-perspectiva-de-biodanza/?fbclid=IwAR3uhnAr1vt-S0gvZJUo_O3VcxkHYx2ZkqqtYvY6Z0EVq5s9GPUUkZ0eHZ4
Este hermoso artículo que precede mi pequeño relato explica mucho mejor de qué se trata.
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