La celebro che: era hora. Como celebré que apareciera el don de llanto. Ahora ella, -la que sólo sabía hacerlo a veces, o para los chicos en la escuela-, toma ese personaje que supo salirle fácil pa alentar a otros, y que ahora le sale fácil pa alentarse solita. Para quitarle peso a lo pesado y para quitarle peso a lo que ni siquiera pesa y uno no sabía.
Es que a la solitud Wilson recién la conozco. La había habitado mucho tiempo, pero no así. Autoapapacharse en las malas, hacer maitri en todas, atravesar así las grandes aguas de las embestidas más fuertes del dolor y la tristeza, son aprendizajes de los que carecía.La pura intemperie ha provisto sabias lecciones, entre ellas este nacimiento.
Y llega un punto en que no querés más tanta zozobra: y llega la risa ,llega para suavizar, para darse y dar perdón interno, llega sin negar lo demás, llega porque es necesaria, imprescindible para seguir caminando, llega porque es linda, llega para caminar mejor, para enfelizarse y enfelizar, y para hacer hábito; la risa, esa proscripta histórica en algunas familias, esa condenada sempiterna en el banquillo de los acusados inocentes, esa amenaza mundial de alto voltaje.
Si la dejamos ganar ¡anda a saber qué milagros seríamos capaces de producir!
Si dejáramos de temerle Wilson, y no sólo a ella, también a la tristeza, a todo lo de veras Wilson, eso auténtico a lo que don Mario Benedetti aludía diciendo que siempre sonaba un poco cursi... Anda a saber Wilson
La riente te afloja la correa y te quita las ganas de morder, te hace más bueno aunque gruñas, te modela de nuevo...
Por azarosas causas hasta mi cuerpo es diferente, responde diferente, genera cosas con las que me tengo que familiarizar, me reconozco otra en la que soy.
Parece que extraer luz de lo oscuro es un buen hallazgo.
Yo que me pasé tanta vida como muchos, buscándole el pelo al huevo cuando algo olía bien hoy lo sé: ese sí que es un deporte de riesgo.
Si te tocan en el hombro para despertarte agradecé: seguro que es el misterio que viene a traerte un regalo inesperado
Intuyo una paz apasionada, y que es posible
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