Eran tiempos en que sí, en que se podía.
Ibas a visitar a tu
amiga del barrio una tardecita mientras te perdías por las calles a propósito,
por el gusto de deambular, y podía pasar lo que siempre pasó: que estuviera o
que no estuviera. Y si estaba, seguro que se ponía contenta de que fueras, y si
no… por ahí te daba alguna excusa, o alguna realidad, como que no podía por h o
por b.
Y todavía existe, doy
fe: en mi Capilla del Monte, y supongo que en muchísimos lugares mucho más
silvestres e indomesticados aún, todavía uno va de visita a lo del amigo y no
avisa antes. Va, por ahí después de haberse caminado más de un par de cuadras
largas, y toca la campanita, o palmea y espera. Y si no está, no está. Y si
está muy pero muy ocupado, no atiende, y si está muy apurado, sale y te dice
que no puede.
Y hay, y doy fe,
quien se baja todo un cerro despacito despacito haciendo figuras talladas a mano con las maderitas del camino para
visitar a la hija chiquita…Y si está está, y si no, esperará, tallando
maderitas del camino.
Y no sé cuándo se nos
perdió ser bien recibidos, no sé cuándo dejamos de estar disponibles hasta para
ser llamados por teléfono. No lo sé. Llegó el celular. Era una buena noticia el
celular. Recuerdo en Capilla llamarla a mi vieja por el camino, y era lindo. Y
cómodo. Sobre todo cómodo.
Tan cómodo resultó
que todo el mundo lo adoptó, y los que nos resistíamos, quedábamos afuera de un
modo tan inaceptable que los amigos nos insistían hasta cansarse con que nos
compráramos uno, y ni te cuento entonces lo que fue aprender a usar los números
como letras para escribir un mensaje de texto, y luego aprender a hacerlo con
predictivo… ¡Y era lindo también! Los primeros mensajes daban gusto.
Luego llegó el
guatsap, y lo escribo así de pura bronca; apelo a la castellanización permitida
de las palabras, y renuncio a recordar cómo corno se escribía en inglés, y
también me resisto mientras se pueda a decirle familiarmente “wa” como si fuera
un amigo.
Y es que creo que en
realidad el wa pasó a ser o a querer ser nuestro mejor amigo. Vos fíjate que
empezaste a quedar afuera de las juntadas porque justo no tenías, y entonces se
olvidaron de invitarte porque al no estar en el grupo de amigos del wa, no se
acordaron de avisarte de que se juntaban, y dale, che, comprate un celu con
guatsap, no seas antigua, y vos vas y te comprás uno con guatsap…tarde, como te
pasó con casi todo incluido el celu, ¡y te emocionás con los primeros audios!
Ya filtrabas llamadas
en el fijo, cosa que antes no se hacía. Porque el fijo era para hablar horas, y
que alguien en la familia que se embroncaba porque lo necesitaba, te hiciera
cortar justo en el mejor momento de la conversación, esa eterna con la amiga o
el novio. Sí claro, empezaste a filtrar un poco por todos esos llamados que te
quieren enchufar cosas, y otro poco o no tanto a causa de alguna gente que te
llamaba a cada rato, y vos querías dormir una siesta después del trabajo, por
ejemplo. Para eso ya estaba el contestador telefónico.
Pero,- ¡ah! -, con el
celu era otra cosa: vos ibas a la juntada y todos los amigos estaban con el
coso en la mano sacándose fotos grupales para mandar luego al grupo de amigos
del wa. Y a vos te reventaba un cacho, pero bueno, mejor no decir nada. Mucho
ya no se hablaba de la vida de cada uno, mucho ruido ambiente. Y trataste de
acomodarte a la cuestión. Y también a que esa otra amiga a la que le encantaba
llamar por teléfono y le reventaba la tecnología de pronto cambió y ya no usó
más el fijo, y después de un tiempo tampoco usó más el celu para llamadas, sólo
para gua, digo wa.
O sea, que empezaste
a ofenderte de a poquito porque en el grupo había mensajes de primera y de
segunda, y no te dieron ganas, y empezaste a notar que la amiga a la que le
gustaba el fijo y luego ya no, no te contestaba ni los mensajes del gua, y
empezaste también a notar que en general iba todo mejor con los que seguía
yendo todo bien así en la vida como en el celu, y ya no tan bien con quienes de
a poquito se iban alejando y alejando de la vida y empezaban a quedar sólo en el
celu, en el grupo de gua, que resultó que se convirtió en “el grupo”, es decir,
que el grupo ya no era el grupo de la realidad, sino que cuando decían todos
“el grupo” era el de guatsap. Y si te ibas del grupo de guatsap era una ofensa,
porque te ibas del “grupo”. O sea. Todo un lío.
Y te empezaste a
acostumbrar a no estar disponible vos también. Y en parte es lógico, porque ese
bicho te permite tener a tanta gente conectándose como se dice, todo el tiempo,
que uno quiere parar, y lo silencia. Y deja de estar. Y otro día deja de
atender. Y otro día se da cuenta de que se miente mucho más fácil, y más cómodo,
sobre todo más cómodo. Y alguien te menciona la palabra bloqueo y uno no
entiende nada, ni de qué se trata, ni de por qué lo usa la gente. Y por supuesto
que ya estabas usando Facebook también, y te gusta Facebook, porque te gusta
mucho mucho escribir… Y te enterás de que también se bloquea en Facebook y te
preguntás por qué. Y no entendés. Hasta que un día te pasa que no te bancás más
que la amiga a la que le encantaba que la llamaras al fijo y hablar largo, esa
con la que pasaron noches juntas desveladas charlando cosas del alma, la misma
que después dejó de hacer llamadas, empezaba a negarte la palabra por celu y a
decirte que no tenía tiempo para verte; pero vos en el facebook la veías
publicar cómo iba a un restaurante fino con otra amiga para la que sí tenía
tiempo y fotografiaba hasta el tenedor, y como te dio bronca y jamás se te pasó
por la cabeza bloquear a nadie, la eliminaste de tus contactos, sólo eso, ni
del wa, ni de nada, sólo te quitaste de encima la foto de las salidas caras y
todas esas cuestiones.Y un día ella se creyó bloqueada por vos y te puso el
grito en el cielo, y le tuviste que explicar todo y no entendió nada, y ahora
casi no se llaman ni escriben más…sólo para los cumpleaños y las fiestas, por
wa, y cortito.
Y te vas enterando de
métodos y cosas extrañas para escudriñar vidas, de cómo fabricar perfiles
falsos, y te empezás a preguntar si el mundo de pronto está lleno de gente de
mierda o si tenemos tanto miedo que inventamos esos métodos tan bonitos de
comunicarse que sólo nos sirvieron para que quedara en pie tan poco de lo que
había, y se arruinara otra buena parte, en nombre de las selfis, del wa, y de
la puta madre que lo parió…
Entonces un día que
te fuiste a Capilla del Monte y realmente no querías hablar por teléfono ni con
tu sombra, ni mandar mensajitos de compromiso ni cortos ni largos, le decís al
universo en voz alta y medio en chiste que por favor no te jodan más y te encontrás
con que al día siguiente el celu no te anda. Y entonces te mandás un suspiro de
alivio de aquellos, porque podés irte a la Toma tranquila a ver el río y hasta
escucharlo, y sabés que nadie te va a preguntar si vas o venís, si la estás
pasando bien o mal, y te sentís tranquila, te quedás ahí a la orilla, como te
gusta, sin esperar nada, y eso se siente tan extraño y a la vez con tanto tanto
alivio.
Y te demorás al
caminar como cuando eras adolescente y te perdías a propósito por las calles
para llegar a la casa de tu amiga y sorprenderla tocando el timbre.
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