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miércoles, 23 de junio de 2021

TOCAR EL TIMBRE

Eran tiempos en que sí, en que se podía.

Ibas a visitar a tu amiga del barrio una tardecita mientras te perdías por las calles a propósito, por el gusto de deambular, y podía pasar lo que siempre pasó: que estuviera o que no estuviera. Y si estaba, seguro que se ponía contenta de que fueras, y si no… por ahí te daba alguna excusa, o alguna realidad, como que no podía por h o por b.

Y todavía existe, doy fe: en mi Capilla del Monte, y supongo que en muchísimos lugares mucho más silvestres e indomesticados aún, todavía uno va de visita a lo del amigo y no avisa antes. Va, por ahí después de haberse caminado más de un par de cuadras largas, y toca la campanita, o palmea y espera. Y si no está, no está. Y si está muy pero muy ocupado, no atiende, y si está muy apurado, sale y te dice que no puede.

Y hay, y doy fe, quien se baja todo un cerro despacito despacito haciendo figuras  talladas a mano con las maderitas del camino para visitar a la hija chiquita…Y si está está, y si no, esperará, tallando maderitas del camino.

Y no sé cuándo se nos perdió ser bien recibidos, no sé cuándo dejamos de estar disponibles hasta para ser llamados por teléfono. No lo sé. Llegó el celular. Era una buena noticia el celular. Recuerdo en Capilla llamarla a mi vieja por el camino, y era lindo. Y cómodo. Sobre todo cómodo.

Tan cómodo resultó que todo el mundo lo adoptó, y los que nos resistíamos, quedábamos afuera de un modo tan inaceptable que los amigos nos insistían hasta cansarse con que nos compráramos uno, y ni te cuento entonces lo que fue aprender a usar los números como letras para escribir un mensaje de texto, y luego aprender a hacerlo con predictivo… ¡Y era lindo también! Los primeros mensajes daban gusto.

Luego llegó el guatsap, y lo escribo así de pura bronca; apelo a la castellanización permitida de las palabras, y renuncio a recordar cómo corno se escribía en inglés, y también me resisto mientras se pueda a decirle familiarmente “wa” como si fuera un amigo.

Y es que creo que en realidad el wa pasó a ser o a querer ser nuestro mejor amigo. Vos fíjate que empezaste a quedar afuera de las juntadas porque justo no tenías, y entonces se olvidaron de invitarte porque al no estar en el grupo de amigos del wa, no se acordaron de avisarte de que se juntaban, y dale, che, comprate un celu con guatsap, no seas antigua, y vos vas y te comprás uno con guatsap…tarde, como te pasó con casi todo incluido el celu, ¡y te emocionás con los primeros audios!

Ya filtrabas llamadas en el fijo, cosa que antes no se hacía. Porque el fijo era para hablar horas, y que alguien en la familia que se embroncaba porque lo necesitaba, te hiciera cortar justo en el mejor momento de la conversación, esa eterna con la amiga o el novio. Sí claro, empezaste a filtrar un poco por todos esos llamados que te quieren enchufar cosas, y otro poco o no tanto a causa de alguna gente que te llamaba a cada rato, y vos querías dormir una siesta después del trabajo, por ejemplo. Para eso ya estaba el contestador telefónico.

Pero,- ¡ah! -, con el celu era otra cosa: vos ibas a la juntada y todos los amigos estaban con el coso en la mano sacándose fotos grupales para mandar luego al grupo de amigos del wa. Y a vos te reventaba un cacho, pero bueno, mejor no decir nada. Mucho ya no se hablaba de la vida de cada uno, mucho ruido ambiente. Y trataste de acomodarte a la cuestión. Y también a que esa otra amiga a la que le encantaba llamar por teléfono y le reventaba la tecnología de pronto cambió y ya no usó más el fijo, y después de un tiempo tampoco usó más el celu para llamadas, sólo para gua, digo wa.

O sea, que empezaste a ofenderte de a poquito porque en el grupo había mensajes de primera y de segunda, y no te dieron ganas, y empezaste a notar que la amiga a la que le gustaba el fijo y luego ya no, no te contestaba ni los mensajes del gua, y empezaste también a notar que en general iba todo mejor con los que seguía yendo todo bien así en la vida como en el celu, y ya no tan bien con quienes de a poquito se iban alejando y alejando de la vida y empezaban a quedar sólo en el celu, en el grupo de gua, que resultó que se convirtió en “el grupo”, es decir, que el grupo ya no era el grupo de la realidad, sino que cuando decían todos “el grupo” era el de guatsap. Y si te ibas del grupo de guatsap era una ofensa, porque te ibas del “grupo”. O sea. Todo un lío.

Y te empezaste a acostumbrar a no estar disponible vos también. Y en parte es lógico, porque ese bicho te permite tener a tanta gente conectándose como se dice, todo el tiempo, que uno quiere parar, y lo silencia. Y deja de estar. Y otro día deja de atender. Y otro día se da cuenta de que se miente mucho más fácil, y más cómodo, sobre todo más cómodo. Y alguien te menciona la palabra bloqueo y uno no entiende nada, ni de qué se trata, ni de por qué lo usa la gente. Y por supuesto que ya estabas usando Facebook también, y te gusta Facebook, porque te gusta mucho mucho escribir… Y te enterás de que también se bloquea en Facebook y te preguntás por qué. Y no entendés. Hasta que un día te pasa que no te bancás más que la amiga a la que le encantaba que la llamaras al fijo y hablar largo, esa con la que pasaron noches juntas desveladas charlando cosas del alma, la misma que después dejó de hacer llamadas, empezaba a negarte la palabra por celu y a decirte que no tenía tiempo para verte; pero vos en el facebook la veías publicar cómo iba a un restaurante fino con otra amiga para la que sí tenía tiempo y fotografiaba hasta el tenedor, y como te dio bronca y jamás se te pasó por la cabeza bloquear a nadie, la eliminaste de tus contactos, sólo eso, ni del wa, ni de nada, sólo te quitaste de encima la foto de las salidas caras y todas esas cuestiones.Y un día ella se creyó bloqueada por vos y te puso el grito en el cielo, y le tuviste que explicar todo y no entendió nada, y ahora casi no se llaman ni escriben más…sólo para los cumpleaños y las fiestas, por wa, y cortito.

Y te vas enterando de métodos y cosas extrañas para escudriñar vidas, de cómo fabricar perfiles falsos, y te empezás a preguntar si el mundo de pronto está lleno de gente de mierda o si tenemos tanto miedo que inventamos esos métodos tan bonitos de comunicarse que sólo nos sirvieron para que quedara en pie tan poco de lo que había, y se arruinara otra buena parte, en nombre de las selfis, del wa, y de la puta madre que lo parió…

Entonces un día que te fuiste a Capilla del Monte y realmente no querías hablar por teléfono ni con tu sombra, ni mandar mensajitos de compromiso ni cortos ni largos, le decís al universo en voz alta y medio en chiste que por favor no te jodan más y te encontrás con que al día siguiente el celu no te anda. Y entonces te mandás un suspiro de alivio de aquellos, porque podés irte a la Toma tranquila a ver el río y hasta escucharlo, y sabés que nadie te va a preguntar si vas o venís, si la estás pasando bien o mal, y te sentís tranquila, te quedás ahí a la orilla, como te gusta, sin esperar nada, y eso se siente tan extraño y a la vez con tanto tanto alivio.

Y te demorás al caminar como cuando eras adolescente y te perdías a propósito por las calles para llegar a la casa de tu amiga y sorprenderla tocando el timbre.


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