https://www.youtube.com/watch?v=3UvWJfgF0qM
Cultivo una rosa blanca
en junio como enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.
José Martí
PARA LOS DEMÁS
Cultivo la rosa blanca
y la buena voluntad
para el que me da la mano y el otro
que no me la da.
A la lechuza enjaulada
dejala que piense mal
y al pájaro de la benevolencia
echalo a volar.
Al loco le doy razón
y al bárbaro le doy paz.
Mi canto y mi corazón
son son
para los demás.
El gallo por más que empuje
nunca será gavilán.
Por qué andar atropellando si voy
a llegar igual.
Yo no soy mejor que Pedro,
yo no valgo más que Juan.
Si van a ponerme precio que sea
el de humanidad.
Si al tiempo le pido tiempo
no me lo niega jamás.
Es mío para los otros en caso
de necesidad.
El que vive para nadie,
sabés dónde va a parar:
a torres de arena y humo y a su
propio funeral.
María Elena Walsh
en esta cultura energúmena de la cancelación del otro, de la vigilancia, de la desconfianza, de toda la menesunda individualista, narcisa hasta el hartazgo, de repente emerge en un corte de luz toda la luz, que escondida en una guitarra habitaba María Elena, habitaba la fe, la poesía de toda esa época del comienzo de la Democracia en nuestro país. Emerge, y no es carne de nostalgia, no: es bandera.
Es bandera. Porque cuando la desesperanza es demasiada, o se honra la Vida o se habita la muerte en vida. Porque cuanto más grandes se hacen las desilusiones, las decepciones, cuanto más mortal es la grieta que nos separa a los humanos, más se hace necesario el salto hacia la Alegría.
Más necesitamos hacernos amigos los unos de los otros, aprender a caminar "a dos" como se dice en biodanza o como cada uno lo nombre. Caminar, como bien dice María Elena en su "Canción de caminantes" junto a ese otro, incómodo y lleno de defectitos como los nuestros, "dame la mano y vamos ya", "porque la vida es poca, la muerte mucha", sigue diciendo, y a ver si nos dejamos de jorobar y aprendemos de una buena vez.
Y como de María Elena, aprendamos del gigante José Martí, que jamás perdió la nobleza de corazón. Hubo un tiempo en este país en que "La rosa blanca" de Martí era un poema que sabían todos los niños de memoria.
Ahora nadie lo recuerda. Estamos en medio del espanto y la separación por causas nimias entre todos, todos contra todos, y eso que no tengo televisión para que me lo confirme.
A aprender: algo que acerque, que haga que a uno le vuelva a correr la sangre bendita por las venas con calorcito de festejar las maravillas de nuestros congéneres, de volver a agarrarnos las manos para jugar a la ronda, de darle un codazo al amigo con el que nos enfurruñamos para convidarle un caramelo.
Sábana y mantel: "que no le falten a nadie en este mundo tan cruel"
Que nos vuelvan las ganas de ser más buenos.
Que nos acordemos de cómo era, por favor, de una buena vez.
Doy gracias por haber tenido la suerte de enseñar en escuelas públicas en donde estas y otras canciones le hacían ilusión a los niños y adolescentes, donde todo lo por aprender era fiesta, donde llegamos a juntarnos en las plazas para sostener un taller de Música durante un verano y volvimos a ensayar en las plazas para pequeños eventos solidarios. Tuve la suerte de ver un mundo menos espantoso, un mundo que fue soñado por muchos. Así que: a volver a soñar, que para eso estamos aquí, para dar vida a esos sueños, no para morir de pesadillas.
REINVINDICO EL ESPEJISMO
DE INTENTAR SER UNO MISMO
ESE VIAJE HACIA LA NADA
QUE CONSISTE EN LA CERTEZA
DE ENCONTRAR EN TU MIRADA
LA BELLEZA
(Luis Alberto Aute)
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