"juguemos al amor profundo, la voz leal, el ojo sano", M.E. Walsh
¿Creeremos en la mirada sospechante
con que una vez y otra observamos al prójimo como no a nosotros mismos?
¿Seremos capaces de producir una mirada que permita a la inocencia filtrarse como la luz
por la pupila, si no
mansa, cansada de tanto juzgar?
¿Permitiremos que
entre el sol en nuestro cubículo de certezas
en lo podrido del ojo
en la parte quemada de
la casa que insiste en habitar?
¿Permitiremos que el
sol entre
en la quebradura
blanda de nuestro
tibio tibio
olvidado
corazón?
*
El ojo no está sano
Le clavó el visto a la
creencia
que quiso creer
El ojo no está sano
Se divorció en malos
términos del corazón
y decidió no creerle
nunca más
Se aferró a la ilusión
de poder estar
preparado para la próxima rotura
practicando trucos de
magia preventivos
El ojo el corazón no
están sanos
Disimulan
Digamos, caretean
convincentemente
El ojo no ve no ve
más que sombras proyectadas
en la caverna
del whats app de la
vida
Ahí donde el silencio
el unánime silencio de
los que se creen justos
por tiempo
indeterminado, tiene el peso
de una piedra enorme,
gigante
arrojada aunque no se
esté libre de pecado
El perdón volverá la
próxima cuaresma
el próximo iom kipur
después de idénticos
murmullos compungidos
de rodillas ante un un
dios
agobiado
rodeado de vigas
destrozadas
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