"para que tengas paz./ Que es la grave tarea/ que me he impuesto esta noche,/hermano mío." Hamlet Lima Quintana
Si
soy feliz ¿a quién podré hacer daño?
¡Es
que yo era tan feliz el diez de enero
y el trece de febrero
y hasta incluso el de marzo!
Entonces,
digo yo
si
vuelvo a andar por el noble camino de esa paz silenciosa
chiquitita
hecha
de retazos de tela y pastos mordidos entre sueños
Si
soy feliz, si vuelvo a ser feliz
como
práctica de un credo, de una filosofía de fe que sé que funciona
como
la mejor pócima del mundo para todo yantar
¿A quién podré hacer daño?
¿Si
olvido por un rato al guionista aquél, empeñado en hacer de mí
la
cenicienta en innumerable temporada de aciagas desventuras
en casa del mago urdidor de pecados tristes y sus secuaces?
¿Y si me olvido del desdichado y de los tantos tontos que espían detrás de las cortinas?
¿Y si recuerdo el olor suave y tibio del pasto mojado y le hago caso
y me voy me voy me voy a inventarle un nombre al verde
a inventarle el nombre que aún no sé con las cosas que ya sé ?
¿A quién haré daño con cosas así?
Si hago silencio un rato, si permito
que me extrañen
y hago falta por fin como todos lo han hecho alguna vez
Si
digo por ejemplo: “ilesa cuota de egoísmo”
¿traicionaré
acaso al amor, a su huella, a la estela noble de un camino venturoso
que
no se complace en dar o recibir daño alguno?
Si
soy feliz, si soy feliz y me voy, si soy feliz aunque me quede
hasta
que el mago termine su función
alcanzándole tan sólo alguna que otra varita mágica
mientras
preparo las valijas para ir a las islas griegas de acá al lado
para enamorarme nuevamente mientras me enamoro nuevamente,
o simplemente para seguir siendo la que soy
la
que se despliega como un origami que repite al Talmud cuando me dice:
"Si
yo no estoy para mí, ¿quién lo está?
Y
si sólo estoy para mí, ¿qué soy?
Y
si no es ahora, ¿cuándo?”
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