ANIMALES DOMÉSTICOS

Titán era sin duda un buen perro. Desde el sofá lo miraba juguetear mansamente con su hueso, mientras él bebía su vaso de wisky despaciosamente.

En los quince años de vida de aquel animal jamás lo había visto morder a alguien.  Aunque, pensándolo bien, pocas veces se había puesto a observarlo...

-Tomás...¿dónde pusiste la tarjeta?

Nuevamente en movimiento. Nada lo dejaba reposar en esa casa.

Mientras caminaba hacia la mesa del teléfono se le vino la imagen del día anterior: Melina y el noviecito....La nena ya estaba grande, ya se le iba de las manos...

Buscaba la tarjeta inútilmente. Necesitaba irse de allí, salir a trabajar. En el camino aprovecharía para hacerle un llamado a Mirna.

Le había contado demasiado a esa mujer...¿Por qué?¿Por qué semejante retahíla de confesiones inesperadas?

No, mejor hoy no la llamaría. Sólo iría a trabajar.

-¡Qué manía la tuya de refregar todo! ¿Ahora con qué dinero vamos a comprar otro microondas?.....Ya la encontré, no la busques más....¡Yo no entiendo cómo  ahora se gasta así en el supermercado!

La voz de ella se iba extinguiendo....De repente se encontraba afuera. ¿En qué momento le había dicho chau? Bueno, eso ya no importaba.

Hoy a darle duro. Como siempre. Aunque el sol....¡era otra cosa laburar con sol!...Era otra cosa la vida en la época del  uno a uno. Los agujeros de siempre no dejaban ver tanto vacío. ¿Sería por eso que le había contado tantas cosas? Mejor ahora dejar de pensar, prender la radio, y olvidarse...Manejar con buena música y recibir con buena cara al pasajero: eso era lo importante.

Sin embargo esa tarde se sentía mal, raro, inexperto, como desnudo. No sabía demasiado bien quién era. Qué era lo correcto, qué era lo incorrecto.  ¿Nunca se habría preguntado Analía si él ...? ¿nunca se habría imaginado nada? No, qué se  iba a preguntar, si  antes la guita alcanzaba para todo...Ahora la resignación de siempre se les empezaba a  poner oscura..Al fin y al cabo ser mujer era aceptar .¿Acaso no era él el que llevaba el dinero a la casa?

¡Qué tipa rara, Mirna! Como su nombre. ”Sólo te aceptaría un cafecito”, le había dicho...Bueno, no debía ser muy normal para estar sola siendo joven y bonita...Sin embargo Qué bien que la había pasado ese rato con ella....

En cambio esa tarde no había caso:  se sentía lisa y llanamente un infeliz... El balance no era tan trágico después de todo: tres hijos y un matrimonio de veintidós años...ya era algo. Y tres años desde que no pasaba nada, pero bueno,  no era el único....Todos los matrimonios terminan así, es lo normal  ¿o no? Ella le había dicho que no. ¿O no recordaba bien? Sí: Mirna le había dicho eso...Y que el fracaso era otra cosa. Claro : la cuestión había empezado porque él le había dicho que separarse era fracasar, y que no iba a cuestionarse nada hasta llegar a viejo.

Todavía le faltaba... Para entonces los chicos estarían casados....y Titán ya no estaría ...

Estacionó el auto. En la esquina había un teléfono público.

(C. Bakún, 2004)