No estás a salvo.
¿Sabes que puedo aparecerme como lluvia,
como una niebla refractaria,
como un frío en los pies?
Hazte de insecticidas,
de cuchillos,
de explicaciones
vanas,
de ubicuidad
hacia la cual huir.
Dame, Dios, rayos,
colapsos, trenes descarrilados,
aludes. Dame la insidia, el odio,
dagas, diademas, el mítico animal
llamado barro.
Dame el placer de decidir
si sarna u óxido,
un mal recuerdo,
un dolor fantasmal.
Deja que mi palabra te permee
al volver la página,
oculta tras aquello que creíste amar.
Aférrate a la felicidad: ya voy.
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