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domingo, 3 de octubre de 2021

CANCIÓN A LOS VARONES ENMOHECIDOS

Yo los he visto, los he tocado, los he amado también. No importa en qué formato, si de padre, de hermano, tío o amante, yo sé de lo que hablo, como muchas de nosotras lo sabemos. El hombre va a la guerra y la mujer no. El hombre mata a su hermano y eso se consideró durante siglos un honor. El hombre viene mutilado y loco, y lo premian por su heroicidad, eso si lo premian, porque en países como el nuestro eso no tiene premio, tiene sólo suicidio, como en todos los países. El hombre muere con el barco porque es su deber, como el de todos los tripulantes varones, el de morir primero y voluntariamente. 


No sé de donde viene el patriarcado, ni sé lo que es más que la idea genérica que la mayoría tenemos. Pero sé que el varón está malherido desde hace siglos. Y no es que me sea indiferente nuestro dolor de mujeres: es imposible que siendo mujer no hable como mujer, también dolida, humillada, enojada, atravesada por las cosas que atravesamos, es imposible no ser feminista siendo mujer. Pero creo que el problema es ser SÓLO feminista, y de qué modo serlo. No puedo evitar que me angustie, no puedo evitar preguntarme qué le sucede al alma del varón para lastimar como viene lastimando, y que esto haga más ruido que nunca en todo el mundo. Sé que hace más ruido porque las mujeres desde mucho antes que lo dijera la vieja propaganda de los cigarrillos Virginia Slims, sabemos que hemos recorrido un largo camino, muchacha. Aplausos. No tuvimos permisos: los inventamos, lo estamos haciendo. Muy bien. Pero ¿qué pasa con el dolor del varón? ¿Quién más se ocupa de esto? Porque sólo quien está muy lastimado lastima, sólo quien está muy lastimado se convierte en lastimador. Creo que hay una triste y profunda relación entre ser lastimado, lastimar y dar lástima.


No sé si animus o anima, como dio en llamarlos Jung, o si ying y yang, pero el espíritu de lo femenino y de lo masculino se mueve desde milenios en las distintas culturas, no importa,- o sí- , en qué combinatorias y dimensiones, con qué gustos y colores y sabores, pero está, y se mueve en el aire de los sikus y de todas las flautas de pan investigadas por Kurt Sachs desde que existe la vida humana en el planeta tierra, y en muchísimas de ellas latía la complementariedad entre las flautas femeninas y las masculinas, las melodías se forman soplando alternadamente porque ninguna flauta contiene la totalidad de las notas, por lo que tienen que ser tocadas entre pares, o conjuntos de pares. El varón ya no encarna el viejo ideal, y aún no responde al nuevo porque no está ni dibujado. Hay millones de varones que asumen las tareas domésticas como lo que son, que son amorosos y respetuosos dentro de lo humanamente posible y esperable, varones que por supuesto no son santos, como nosotras tampoco lo somos, pero que no acusan un recibo dramático de heridas que los tornen como sí se observa en otros varones, seres difíciles o violentos, seres sometedores o capaces de derramar sarcasmos, de humillaciones simbólicas, de burlarse o manipular a la mujer, de cancelar su lengua, y en el más crudo de los casos , de ejercer violencia física sobre ella y hasta matarla. Pero no olvidemos que algunos de esos varones también violan y ejercen humillación simbólica y física sobre otros varones, que a su vez la propagarán a menos que elijan el camino de salirse de ahí. El varón también es víctima. Y como tal, el único camino de la víctima es salirse del lugar de la víctima. Pero existen otras cárceles: las que los confinan en sus mentes, siempre activas y preocupadas, a donde llevan a vivir todas las emociones, esas que deberían estar esparcidas por su cuerpo, su lengua, su expresividad, sus lágrimas, su risa, en fin, represión de cuestiones cruciales, desde pequeños. Es llamativo ver a ciertos varones, por lo general mansos, soltar la lengua cuando están bebidos, animarse a ser, a sentir y expresarse tal cual son. Varones tejidos en el mandato de la competitividad, de la productividad, de la ostentación de supuestos logros. Me conmueve la imagen de dos hombres bailando juntos: pero no por necesidad, no porque no hubiera minas disponibles para aprender el tango, ni tampoco porque se estén cortejando entre sí. Me conmueve el infrecuente espectáculo del varón bailando con otro varón por gusto, por eso veo representada en la escena final de la película Zorba el griego una de las más enternecedoras y liberadoras escenas de la historia del cine: un varón heterosexual diciéndole a otro que lo ama. Eso sabemos hacerlo bastante bien entre mujeres, abrazarnos, ser espontáneas, decirnos cuánto nos queremos... no tan frecuente en el varón, mucho menos frecuente. 


Tal vez hijos de generaciones más jóvenes vengan ya preparados de otra manera, aunque sin ignorar que la incultura de la mano de la injusticia y sobre todo de la tremenda desigualdad social, embrutece a las generaciones más jóvenes en estos tiempos de reguetón y letras deleznables, haciendo retroceder a la humanidad en cuatro patas, potenciando los celos enfermizos en las mujeres y en los varones, las peleas entre chicas tirándose de los pelos y dándose patadas entre ellas, la cosificación del otro en los vínculos, como si fuera posesión del otro cualquiera de las dos partes de una pareja, y un largo etcétera, que creo debería ser analizado, porque la violencia nos atraviesa a hombres y mujeres como sociedad. También las falsas denuncias de abusos sexuales están a la orden del día, y negarlo sería injusto. La superioridad de fuerza física del varón sobre la mujer asusta y es real. Pero hay mujeres que compensan con astucia esa fuerza. En toda conducta abusiva de cualquier género existe un guerrero que disfruta de matar a su hermano, algo que Freud y Jung estudiarían. Eso hay que tenerlo en cuenta a cada paso, porque si no caemos en la tentación de asimilar lo sombrío y mortífero a lo masculino, y lo noble y solidario y expansivo a lo femenino. Y no sólo el guerrero mata a su hermano, sino que se mata a sí mismo. La pulsión de muerte (creo que ése es el nombre correcto) sabe muy bien cómo hacerlo, como pegarse un martillazo en los dedos justo cuando está sintiendo placer y cosas de las buenas.


Esto es una improvisación trasnochada, que sólo pretende exponer una herida vieja y notoria, notoria para cualquier mujer que sin necesidad de haber sido violada o golpeada físicamente, haya sufrido abandonos recurrentes e irresponsables, maltratos psicológicos sutiles, o cualquier manifestación de soberbia narcisista, que por supuesto no son atributos de los varones sino del género humano, pero es cierto que proliferan entre ellos y eso debería llamarnos la atención. Presuntuosamente, hay quien deja ir la vida.

¿Qué pasa con la sensibilidad, con la educación de la sensibilidad entre hombres y mujeres? ¿Por qué  no es común que en las clases de Educación Sexual se hable de la ternura como fuerza primaria basal en cualquier encuentro sexual humanamente nutritivo, no importa si casual, si de una noche o de una relación? Al menos a mí no me ha tocado observar que se hable de la confianza, ni de la espontaneidad como componentes básicos de cualquier encuentro.


¿Cuándo se pondrá énfasis en estas cuestiones? ¿Cuándo la sexualidad estará libre de estereotipos?


¿Cuándo los varones dejarán de reproducir en sí mismos a padres castigadores y violentos?¿ Cuándo sus almas sensibles dejarán de amparar interiormente las pautas de quienes los impulsaron a ser lo que no son, y actuar un personaje que no les queda bien, a veces toda una vida, por doloroso y hasta denigrante para con ellos mismos que esto pueda ser?


Creo que gran parte de la cuestión que estoy tratando de abordar se podrá empezar a solucionar cuando nuestras heridas dialoguen, circulen, entre varones y mujeres, con otra dimensión que no nos ponga en el campo enemigo a los unos y las otras. Para eso hay que andar juntos.


Hace poco intenté vanamente hacer poesía con esto, pero no salió. Sí creo que será tema de futuras intervenciones en este blog, en el que seguramente seré una opinóloga más, pero al menos inspirada en Sócrates mucho más que en los sofistas, aspirando a que la verdad no sea la razón del más fuerte, sino como se le atribuye al maestro y caminante, algo que no se puede alcanzar en su totalidad pero que existe, y algo que sólo se puede hallar por sí mismo.


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