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jueves, 16 de junio de 2022

LA LUZ


Un día me di cuenta de que no podía llorar.

Luego empecé a llorar.

Pero cuando empecé a llorar

dejé de cocinar.

Por entonces ella no podía comer

Y cuando pudo volver a comer

ya había llorado.

Ninguna de ambas, -en ese entonces-,

sabía de la vida de la otra.

Mientras ella dejaba de comer

se estaba rompiendo.

Yo ya me había roto antes

de dejar de cocinar.

Hoy cada vez que nos juntamos

hablamos de a kilos

sobre las mismas cosas,

ésas que nos hicieron

dejar de comer, dejar de cocinar

dejar de llorar y volver a llorar,

y también hablamos a torrentes

de aquellas otras cosas

que nos hacen comer, llorar a gusto,

cocinar rico y reír,

y tomar de vez en cuando una cervecita.

Somos dos rotas.

Somos dos otras.

Ella perdió peso y yo engordé.

Pero las dos perdimos ilusiones suficientes

como para haber desaparecido

o volvernos una peste.

Sin embargo

somos dos rotas

por las que entra la luz.

( a M. A. )

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