LA PATÉTICA
Enhebradas por Tchaicovsky
ahí van las vidas de mi abuela polaca y la andaluza
las de mi vieja y mi viejo y sus desencuentros
Toda la tragedia que nos enhebró
fue atravesada por las lágrimas
ante la Patética que amaba mi viejo
y la Quinta que le sacaba lagrimones a mamá
infaliblemente.
Los tanguitos de la mañana
el tarareo de la Tiana en el patio
y todos pendientes de la radio y sus sonares
y las nanas españolas
casi susurradas para mí por la tía Mary
en la ternez de mi infancia.
El dramatismo de esas vidas, las nuestras,
de esos destinos,
-el mío que no ha terminado de dibujarse aún-,
está tomado
por el legado de aquellas músicas,
atravesado
por la rebeldía de todos los libros de papel biblia
de la editorial Aguilar,
dispuestos
para que mis manitos los eligieran
y desde temprano indagaran
a Wilde,
a Lorca
a Casona y a Hesse
Tanta represión en medio de tanto sonido libre
de tanta poesía cantada o profesada
con ese modo intenso e inocente
de vivirla
de asirla entre abrazos generosos
de abanicarla en promesas
de perpetuarla
en ese canto que no cesa
que no deja de latir
y abastece la memoria inconfundible del deseo.
Nada soso
en este acervo duro y peripatético,
denso
e intensamente alumbrado por la pasión.
Nada que reclamarles, ancestros míos:
en esos hilos
aprendí a tejer mi vida.
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