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jueves, 8 de diciembre de 2022

NOTICIAS DE AMADEO


Ni Amadeo está solo, ni soy la única que lo cuida un poco. Evidentemente hay mucha buena gente en esta vida, en este mundo. Cada vez más seguido, cuando paso lo veo acompañado por transeúntes amables que muchas veces están conversando con él, y otras se acercan para dejarle, como por ejemplo hoy, dos porciones de papas fritas del Mc Donalds.

Antes de ver todo este desfile me había cuestionado mucho lo que hice, porque de algún modo llamar a alguien por su nombre es, como decía el zorro al principito, haberlo domesticado, y eso implica también dejarse domesticar. Es que si uno va a ser responsable por su rosa, no hay medias tintas, y aunque la domesticación sea por dos minutos de vida, hay que dar cuenta de ella.

Quiero decir que si la infección de la pierna de Amadeo empeora, y si un día, como a todos, le toca morirse, pero morirse también de estar en las condiciones en las que está, yo no debería mirar para el costado. Y uno no debería hacer lazo con quienes no va a ser capaz de mirar de frente una vez más. Por eso esta vez, trato de ser cuidadosa, con él, y en primer lugar, conmigo.

Entiendo que Amadeo, además de todo, además de que me llama la atención su presencia desde hace años, me permite explorar una forma distinta de relacionarme con todos los mendigos que llevo en mi alma desde la existencia de mi padre. Los carenciados, los lastimosos y lastimeros: algo de mí se da vuelta siempre para mirarlos, para atenderlos, para tenerles piedad. Y eso no es bueno, no siempre, no de cualquier modo. Ya lo aprendí. Por eso Amadeo, que es un linyera de verdad, me permite jugar en serio con un mendigo real, y que encima mendiga mucho menos que esos otros, ya pocos, ya cada vez menos, que me rondan el alma.

Hablarle, relacionarme con él, me pone en la situación de medir mi asistencia, de medir nuestra reciprocidad en términos de atención mutua, darme cuenta si él también recuerda mi nombre o si soy yo sola la que recuerda el suyo. 

¿Soy yo alguien también para Amadeo? ¿O sólo soy alguien si le compro un pancho a media noche? ¿Debería ser ésta una pregunta para hacerme con él, o es la pregunta que me queda colgando del alma desde hace tiempo? Evidentemente, se trata de la segunda opción. A buscar reciprocidad a otro lado, pero el caso es que me ayuda muchísimo hacer toda esta investigación. 

Hoy imprevistamente lo vi, y fue él quien me saludó, quien me dirigió la palabra. Está vendiendo libros, cosa que me dio una alegría muy grande.

Me los presentaba uno por uno, y yo elegí el mío. Hoy yo no llevaba plata para pagarle, así que me dejó que lo llevara y se lo abonara otro día. Me gustó que fuera así. Hay en mundos paralelos otra economía, que es la de la gente que aún puede confiar en el otro. Es a esos mundos paralelos, creo yo ahora, a los que deberíamos prestar toda nuestra atención, se den donde se den.

Mientras hablamos, le conté que escribo, y él entonces me empezó a decir que había estado en pareja con una poeta hace tiempo, y que nos teníamos que poner a conversar sobre la escritura. Parece que él en ese entonces acababa de salir de la cárcel y ella del manicomio. A esta altura del partido no pude menos que sonreír. Parece que la dama venía de una familia de clase alta, y entonces Amadeo me dice ¿y a dónde iba a mandar una familia así a una hija poeta sino a un manicomio?¡Qué pregunta! 

En un momento, después de sacar mi celular para atender a una amiga, me pidió que me comunicara con un teléfono que es el de la mujer que le hace las curaciones, para evitar que viniera con tanto calor, así que llamé y le pasé el celu a él. Amadeo evidentemente sabe conseguirse secretarias, enfermeras e interlocutores.

Por lo que escuché, también tiene claro en qué iglesia hacer la curación, ya que tienen los baños disponibles hasta tarde.

O sea: yo creo que para Amadeo la calle es realmente su casa.

Y cuando digo casa, digo hogar.


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