Hay mandarinas en el árbol de abajo
Tengo tantas poesías escritas desde esta misma ventana
Por la que hoy me asomo a mirar un poco el cielo
Oler el aire, como mi perra hace al recibir el día
Miro un poco más y reconozco ese árbol
Que fue frondoso
Un gomero gigante de copa generosa
Que un día talaron
Toda la copa inmensa cayó y hoy
Está hermoso y alto y entero
No hay teros en el jardín de abajo,
como cuando me mudé a esta casa
pero hay jardín
y los puntos naranjas en el verde
las mandarinas
irrumpen en este paisaje post febril
junto al sabor del café con leche
Todo eso que parecía perdido hace dos días
el hambre, el olfato, la esperanza
hoy se abre como flor nueva
Si curarse es volver a crecer
si puedo ser capaz de recibir como milagro
la lisa y pura normalidad que sobreviene
después de su pérdida
si mi alma puede estar receptiva a la gloria
cotidiana de tener hambre y de que el café con leche
huela rico
entonces diré con miguel hernández
que soy como el árbol talado que retoña:
aún tengo la vida
(árbol, collage propio, 2004)
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