Visitantes cósmicos de buena voluntad,sean bienvenidos a este lugarcito que albergará poemas, pinturas y toditas cosas que habitan mi alma...


miércoles, 23 de febrero de 2011

Noche sin luna (Haibun)


(Capilla del monte-verano del 2010)



Fin de la guitarreada en lo del Berna…Después de las empanadas, los vinos, las chacareras y las zambas a voz en cuello, vamos partiendo.
Bernabé cría caballos y los trabaja, y hay un pony , -potro aún-, que lo tiene a mal traer. A Danira, mi amiga, se le ocurre llevárselo provisoriamente a su casa; y ahí vamos todos en procesión: Dani y yo, la pequeña Dafne con su primito el Sanchu llevando las riendas del caballito, y la hija mayor de Danira guitarra en mano.
No hay luna, y hay que cruzar el río, no muy caudaloso tras unos días sin lluvias.
No se ve nada…los ojos, casi ciegos,- al menos los míos tan acostumbrados a la ciudad-, apenas divisan contornos, sombras en las sombras… Pero me gusta: ya lo hemos hecho otros veranos y no siento miedo…


noche sin luna-


sólo los pies tanteando

entre las piedras


Dafne, mucho más canchera que los demás, va rápido entre las piedras con el caballito, tan rápido que la perdemos de vista… En realidad Danira va más lento por ayudarme… algo de piedad con esos seres urbanos que le son tan ajenos.
Su negra cabellera suelta en la noche me infunde escalofríos: no puedo olvidar que es mi amiga, pero tampoco puedo evitar que su silueta se me transfigure en una especie de ser ancestral, vivamente desconocido. Se lo digo y se ríe “¿qué?¿soy un mono?”…Y se pone a imitarlo…
Ella va cantando en la noche, mientras mis pies me hacen de lazarillos y trato con todas mis fuerzas de mantener el equilibrio.
Tras cruzar el río, fresquito, dan deseos de quedarse ahí… pero los niños nos esperan y no nos debemos demorar.
Estamos más cerca, y aunque queda un buen trecho aún, lo más bravo del camino ya pasó: Ya estamos entre casas.
De pronto Dani irrumpe con el réquiem de Mozart, más precisamente con la parte de soprano del Kyrie… El canto es su vida, y no tiene ninguna vergüenza en sacar en la noche toda su voz, todo su caudal, aunque uno trate de callarla en nombre de no sé qué urbanidad, de decirle “shh”, no hay caso. Son otras las reglas del juego, y allí nadie hace callar a nadie si de cantar se trata, y menos a ella.
Le digo que esa imagen de nosotras caminando en medio de la tan plena oscuridad no se me olvidará nunca y que el kyrie que me canta,- acompañando el momento en forma perfecta-, quedará grabado para siempre en mí…
Sigo preocupándome un poco a mi pesar sobre qué pensarán los pocos vecinos al oír esa voz aguda y ese canto sobrecogedor, cuando de pronto un caballito suelto en el monte relincha, como si a él se le pusieran los pelos de punta con la música, no sabemos si por placer o porque le molestan los agudos.
Dani sigue cantando y yo fijando en mi retina y en mis oídos ese viaje, esas sombras, ese sonido…
El kyrie ha terminado: estamos en la casa. La bombita encendida, los niños jugando aún sin ganas de irse a dormir, y el pequeño pony, atado al fondo, aún dando coces por las dudas y mordisqueando ávido cuanta hierba ve a su alrededor.
Algo me tranquiliza en ese volver al mundo. Algo más se me ha prendido en el alma para quedarse...




C.Bakún-septiembre de 2010




(para saber qué es un haibun, recomiendo el siguiente enlace:

http://hojas-de-haiku.blogspot.com/2010/06/que-es-un-haibun.html)

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