Requiem de Mozart... una noche de teatro hace mil vidas, primeras noticias de que Mozart podía ser algo diferente de eso que yo tocaba en el piano, mientras la larga caminata conduciría a mi primer encuentro amoroso con quien iba a ser mi novio. Luego, otras audiciones del Requiem confirmaron que esa música, ésa y no otra, estaba formando parte de la colección privada de mi alma, sobre todo una noche en que me encontraba sola o casi sola en la casa compartida en la que habitaba por entonces, conventillo de las artes de algunos pintores y músicos, no muchos. Esa noche pasé el casette en mi pieza, a oscuras. Me acosté en el suelo de la habitación. Casi toda la casa estaba con las luces apagadas. La luna, la música y yo, ahí, en plena presencia. Luego vendrían las clases, y el Kyrie repetido al infinito cada vez que quería explicar qué era polifonía. Y repetida al infinito la impresión que solían ejercer en mis alumnos esos pocos minutos de música reconcentrada, algunas improntas fuertes, emociones en los rostros escuchantes.
Ahora Demian nos convoca y voy, indudablemente voy. Y la Iglesia está llena, hay gente de pie para escuchar la obra un sábado a la noche. Y suena, y cómo, y emociona.
Y veo que quienes cantan, tocan, dirigen y preparan no tienen en su gran mayoría mucho más de treinta años , y recuerdo que Mozart murió a los treinta y cinco mientras estaba terminando de componerlo, alucinado por la muerte y su misterioso apoderado con máscara, delirando y débil pero componiendo con la misma pasión de siempre, convirtiéndolo todo en sonido.
Y entre tanta amargura y desamparo y toda la retaila de hechos, sucesos, situaciones que hoy nos hacen sentirnos guachos de historia, de arte, de belleza en un mundo que parece excomulgarnos de una vida vivida, aparece de pronto como una montaña la música de este pibe que murió hace tanto, ahí, como nuevita, ahí para llenarnos de maravilla ese lugar ahuecado como un nido que llevamos en el cuore.
Y hay pocos que logren que la Belleza de Natura sea igualada por la Obra Humana. Y esta obra está incluida en la lista. Señor marciano: ¿ qué desearía conocer hoy? Tenemos en el menú el Himalaya, las cataratas del Niágara, el Mar Caribe y el Requiem de Mozart ¿le interesa?
Y la verdad es que el enorme trabajo de Coro de Garage, Proyecto MEG, Demian Sielecki y Jonathan Tolcachier, honran y perpetúan esa Belleza.
GRACIAS
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