Libro
I
El viajante de los jardines
lleva un herbario.
Con su tomo de olor, gira.
Por las noches vienen a sus ramas
las almas de los viejos pájaros.
Cantan en ese bosque comprimido
que requiere las fuentes del llanto.
Como las naricillas de los niños
aplastadas en el cristal opaco,
así las flores de este libro
sobre el cristal invisible de los años.
El viajante de jardines
abre el libro llorando
y los colores errabundos
se desmayan sobre el herbario.
II
El viajante del tiempo
trae el herbario de los sueños.
Yo. ¿Dónde está el herbario?
El viajante. Lo tienes en tus manos.
Yo. Tengo libres los diez dedos.
El viajante. Los sueños bailan en tus cabellos.
Yo. ¿Y cuántos siglos han pasado?
El viajante. Una sola hora tiene mi herbario.
Yo. ¿Voy al alba o a la tarde?
El viajante. El pasado está inhabitable.
Yo. ¡Oh jardín de la amarga fruta!
El viajante. Peor es el herbario de la luna.
III
En mucho secreto, un amigo
me enseña el herbario de los ruidos.
(¡Chist... silencio!
¡La noche cuelga del cielo!)
A la luz de un puerto perdido
vienen los ecos de todos los siglos.
(¡Chist... silencio!
¡La noche oscila en el viento!)
¡Chist... silencio!
Viejas iras se enroscan en mis dedos.
Federico García Lorca (de Poemas sueltos)
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