Me siento bien, muy feliz en el agua.
La pileta salva del calor regocijando el cuerpo con la inmersión más completa y la posibilidad de chapotear y jugar dentro de ella como una niña, junto a niños que juegan a mi alrededor.
La laguna está ahí, asomando la cabeza un poco nomás: hermosa, plateada y extensa, y los que se bañan en ella esta vez deben caminar mucho hasta poder tener más de medio cuerpo adentro del agua verde, como se la ve al meterse dentro.
Hoy está nublado y suavemente ventoso. Las sombrillas giran con la brisa como corolas de flores gigantes.
Mientras hago la plancha, dos cotorras vuelan sobre mi panza enseñándome las suyas, de color aturquesado.
Ya nomás se viene la lluvia sobre el agua.
***
Aire caliente de colores, cotorras, multitud de pájaros.
Lleno de fragancias, el aire huele a resinas. Me siento extraordinariamente bien.
Mis manos hoy tienen suavidad de agua dulce.
El aire también trae olor a laguna.
***
Respirar la tierra por un agujero aún virgen para mí, y decir: “yo”.
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