Conocí a Claudio Ferrari no por casualidad, sino por mi empecinamiento en ir tras lo que me apasiona, y por ese entonces cada vez que llegaba, -ya muy tarde-, a casa, después de cursar en la Escuela de Bellas Artes, estiraba un poco más la hora del sueño para quedarme frente al televisor porque daban diariamente uno de los mejores ciclos que haya tenido nuestra televisión después de la resucitada democracia. Claudio era el guionista del ciclo, que se llamó "Cartas de amor en casettes", actuado magistralmente por Miguel Ángel Solá, Blanca Oteyza, María Socas, y un montón de actores y actrices impresionantes.
Me enteré de que presentaba su libro "La palabra diversa" en Liberarte, y allí fui, ya que a él le debía mi regocijo de cada noche, mi emoción y alguna que otra canción que aún me visita.
Ese encuentro nos permitió tomar juntos algún café y hablar de poesía.
Muchos años después el buen Facebook nos volvió a permitir intercambiar palabras, reflexiones y sentires, y por fin nos reencontramos en la presentación de esta obra inusual, me atrevería a decir, quizás para el mismo autor.
El libro "Arrojado del alma de mi madre", se estructura en cuatro momentos: "Yo, de ella" , "Yo, oculta", "Él, de ella", y "Ella, sola de todos".
Desde los mismos títulos se nos está diciendo que ese narrador poético va a encarnar tanto la palabra de su madre, como la suya propia,-al referirse a lo que los une-, la del amado de su madre dirigiéndole una memorable carta de amor, y la palabra sinfónica que intentará encontrar una omnisciencia tal vez muy difícil o imposible.
El libro es enigma de principio a fin. Deja abiertas todas las puertas interpretativas sin cerrar ninguna.
Creo que es un libro-pregunta: pregunta por el amor, al mismo tiempo que un hermoso y delicado intento de describir su consistencia, la forma en que es vivido según diferentes ángulos de la experiencia amorosa, y los diferentes protagonistas de la misma.
Después de haberlo leído queda en mí la sensación de haber atravesado una nube, una nube mágica, sugerente, densa, en la que aparecen frases como nodos, como marcas en el camino.
Hay muchos pasajes conmovedores, frases o párrafos enteros en toda la extensión del texto, de los cuales citaré muy pocos, no siempre en orden de aparición.
Como en la descripción de esa madre en la primera parte: los momentos compartidos, la admiración del hijo por su belleza y lo que ella le suscita. La descripción de gestos corporales, ilustra el clima que une a ambos:
"Mi madre me observa con la misma atención que yo la observo. Se imanta en nosotros un estilo de conocimiento que la costumbre de los tiempos desdeña: es un conocimiento detallado, preciso y sustancial que no requiere de sofisticaciones ni apela a necesidades, que rechaza el conflicto del esfuerzo y del saber, que se acomoda en los dos como quien se detiene a descansar sobre la tierra, libres de toda angustia"
"La mirada de mi madre se engalana cuando mi cabello la cruza" (...) "Una ráfaga levanta la arena y festejo, pero ella no me mira y entonces simulo el principio de un llanto que decido detener cuando mi madre me ve y retengo mi confianza en ella.
Nada malo sucederá"
Nada malo sucederá: ¿qué otra sensación, qué otra seguridad suficiente es la que puede legarnos el regazo de una madre, su presencia, un gesto suyo, o tan solo una palabra?
"Un suceso extraordinario, inesperado, me atañe para siempre.
Alguien extraño a mí quiere amarla"
"Mi madre persevera sin ilusión hacia un amor sin leyes, sin espacio ni luz (...) yo en nada participo de su pena. Intento en vano ser su observado"
La parte II, inicia con esta frase: "- Escrito por mi madre en su libreta verde-."
Casi diecisiete hojas quedan así inauguradas en la palabra materna, en una declaración de amor que impresiona por la crudeza con que ella, -la madre, la que siente y dice-, se describe a sí misma, sus miedos, sus historias pasadas, una fugaz alusión al padre, una desesperada necesidad de creer.
La densidad de esos monólogos, esa textura sin descanso, que transmite una emoción que se despliega y se repliega todo el tiempo, resulta para mí sobrecogedora.
Dentro de este soliloquio, hay frases ligeramente variadas pero casi idénticas como leiv motivs, que se mueven matizándolo, y a la vez como caricias en torno del amado, quien quedará bautizado como "querido" durante toda su extensión.
"como dos ancianos a punto de abrazarse para después morir nosotros logramos la inmovilidad y el acercamiento, y la inútil, inútil, ilusión" (primer leiv motiv)
Preguntas, que asaltan desde todos los rincones:
¿Una verdad en la que nadie cree se ha preservado?
¿Sabré soportar tanto fracaso?
¿Por qué el miedo?
¿La hazaña está en la vida o en las palabras?
... y de pronto, irrumpen certezas consistentes como piedras, no de las que caen, sino de las que esperan plantadas en el suelo:
"El amor es el lugar donde pasa todo y esa eternidad exige de héroes infinitos. El tiempo entonces no se va, viene, sucesivo, intachable, impredecible, como el río."
"Yo me despierto una mañana ignorando que conoceré a alguien que modificará mi destino más íntimo. Y luego, únicamente unas horas después, la percepción de que todo para mí ha cambiado se va confirmando en frágil persuasión "
"No, no Soy la que Seré"
"Y una última pregunta:
¿Será justo conmigo?
¿me amará?
Recuerde, querido, que yo, soy hija del miedo.
Recuérdelo querido.
Olvídeme"
La parte III, -como la cuarta, más breves que las dos primeras-, es una compacta carta de amor del amado a su "querida", ya que ese vocablo queda estampado como parte del folklore del lenguaje del amor mutuo. Una carta que encuentra el hijo en la misma libreta verde-madre, de la que emergen todas las cosas. Me basta con transcribir este párrafo para emocionarme, cuando él dice:
"Para realizar actos verdaderamente trascendentes, para inventar el mundo como un poema o crear belleza, o cruzar un desierto para encontrar a la mujer amada, y soportarlo todo, y al fin lograrlo, y al llegar mirar sus ojos apenas, y luego, inmediatamente, regresar, y padecer más aún que al principio de ese viaje alucinado, y saber que toda la vida se deberá volver a cruzar ese desierto nada más que para verla únicamente ese instante, es necesario tener el alma desquiciada, la razón oscura, la sangre vehemente y con bullicio, me digo y pienso en usted, querida" (...) "Yo soy feliz y sufro al mismo tiempo con esta rara manera que he encontrado para amarla con palabras."
(...) Respiro hondo ahora, y lloro ¿Cuándo fue que nos caímos del paraíso? (...) Sí, hay un cielo y un infierno, querida, y también en ambos estoy yo."
"Usted, querida, es mi mejor prueba de la existencia del amor. Lo ansiamos desesperadamente, desde todos los tiempos, todos los hombres. Si Dios no existiese, no estaríamos esperándolo. Si mi amor por usted no existiera no andaría yo necesitándola tanto."
En la IV y última parte, el hijo la traduce, se traduce y también al amado de ella.
"El hombre que cubrió su sombra y la hizo hija de la noche llegó cuando ella ya había amenazado con irse para siempre"
"mi madre comprendió que yo no era el que la guiaría por sus miedos en su alma, adonde nunca volveré"
Vuelven ecos de la primera parte del libro, en que existe también una alusión fuerte a la culpa, a la mácula, la impureza y la fe en Dios, y a la muerte del padre.
"Mi madre, en su niñez, creía que no era posible ninguna clase de reparo, porque había sido alterada toda justicia original; desde su origen, contrita en la ruptura, en la desigualdad de su alma manchada, se acuclillaba sin elevar su rostro".
"Yo, su hijo, alguna vez amado, nunca conoceré el sitio que ella previó para sí cuando todo sea todo sin ella, ella oculta. Aún así dispongo que no quede yo ajeno y solo: siempre creeré que aguarda una cripta para mí a su lado".
***
Nota aparte, la presentación del libro, en la cual las líneas melódicas de los textos se articulan en voces de una solvencia actoral, de unos matices que transfiguran la experiencia, y que realmente, lograron poner el corazón a derretirse. Uno de esos actores, Claudio Da Passano, entre el cinco de diciembre y el día de hoy, dejó de existir en este plano por obra de la impermanencia que nos sostiene y nos libera, de un momento a otro. Su voz sigue latiendo.
Y un Claudio autor que sorpresivamente anuncia que sus libros serán obsequiados sin costo económico alguno a quien así lo desee, a cambio de una opinión sincera.
Claro que esto no va en desmedro de quienes al presentar un libro propio lo ponemos en venta.
Sólo que es una apuesta más a lo desconocido, a lo que seguro no está dentro de ninguna pose.
Gracias Claudio Ferrari, por la generosidad pródiga de tu creatividad, que sin duda elige manifestarse a no hacerlo, dar todo lo que tiene para dar, sembrar sin más, y soltar los resultados mirando hacia lo alto, siempre.
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