las manzanas y el pan le bastaban de alimento,
y todavía es así.
Cuando el niño era niño,
las bayas le caían en la mano
sólo como caen las bayas,
y ahora todavía.
Las nueces frescas
le ponían áspera la lengua,
y ahora todavía.
Encima de cada montaña
tenía el anhelo de una montaña más alta
y en cada ciudad
el anhelo de una ciudad más grande,
y siempre es así todavía.
En la copa del árbol
tiraba de las cerezas con igual deleite
como hoy todavía.
Se asustaba de los extraños
y todavía se asusta;
esperaba las primeras nieves,
y todavía las espera.
Cuando el niño era niño,
lanzó un palo como una lanza contra un árbol,
y hoy vibra ahí todavía.
-Fin-
(continuará siempre)
Un bello texto, sin duda, Claudia.
ResponderBorrarAtesorar en nuestro corazón a ese niño, no como una fotografía sino como ese ser vivo y mágico que se abre en nuestro sentimiento, con la frescura de lo siempre nuevo, con la pureza de lo recién nacido...
En esas pequeñas cosas
repetidamente efímeras,
me reconozco vivo,
encuentro mi sonrisa,
como un niño
su tesoro de asombros...
Gracias, amiga.
Un beso.
Así es, Juan Carlos
ResponderBorraresas pequeñas cosas
repetidamente efímeras,
me reconozco vivo,
encuentro mi sonrisa,
como un niño
su tesoro de asombros...
Si entrás por "Niñez", este poema y otros, recorren y recorrerán distintas visiones de la niñez, distintos lugares desde donde vincularse con ese niño...Si entrás por "las alas del deseo", encontrarás este poema (que yo seccioné en tres partes, -y que en la peli aparecen también en tres momentos distintos-,como leiv motiv poético de ese gran filme.Esa es al menos mi inteción poética.
Te mando un beso, querido y leal cordobés, amigo literario y por qué no espiritual.
(te debo vositas por tu blog, y una carta más extensa, no lo olvido)