I
Desnazcamos al silencio que nos viste.
Desnazcamos la costumbre impía,
la gris conciencia de animales en serie,
sin la dignidad animal que abraza al cosmos,
sólo con la animalidad de la palabra mal comprada.
Dejemos de ser hombres para ser humanos,
dejemos de ser fósiles, basurales muertos,
para descubrir las carabelas de otra paz,
de otra paz.
El circo ya aplicó su rigor,
su error de legitimidad bastarda.
Ya todos dijeron lo suyo: las ideologías, los partidos, los artistas.
Todos argumentaron, pelearon, defendieron, acusaron, rectificaron, pidieron perdón.
Todo es un aullido inigualable,
Un aullido de veinte siglos de adolescencia cósmica,
de patético y febril jardín de infantes.
Basta ya de tantas sobradas palabras:
No nos sirven, no nos curan,
no nos importan, no nos espantan.
Interroguemos la esperanza.
Intuyamos la esperanza.
II
No sé qué quiero decir cuando soy humano.
No sé qué quiero decir, pero lo digo,
no con mi voz,
sino de algún otro modo que me incluye.
¿Que no piense?
¿Que destruya, que establezca, que combata, que defina?
¡Imposible!
¿Qué grita en mí cuando algo grita que está muerto?
Dentro de un cuadro con golondrinas: ¿qué aletea
donde yace lo incómodo, lo inerme?
¿Qué juego juegan mis palabras vencidas, mi verano personal
en este tiempo en el que mueren de hambre las palomas?
¿Qué juego juega mi verano tan vivo en este invierno tan crudo,
en este mundo-in-mundo tan crudo, tan frío
y tan lleno a la vez de aleteos de otredades?
¿A cuál de ellas nombro amiga?
¿Cuántos amigos tengo detrás de las cortinas del teatro?
¿A cuántos escenarios pertenezco?
¿Quién me acuna en su nombre para que yo viva?
¿Quién me dicta los HOLA, los AHORA?
¿Quién me hace amiga de escritores muertos?
¿En qué suelo están parados mis finales y plantados mis comienzos?
¿Y por qué me conmueve esto innombrable
que escribe por mí en rojo techo de serpientes mansas,
de lumbres sin tierra, sin suelo, sin sueño?...
Aún allí donde no hay motivo para la esperanza
un dedo dibuja su destino de caricia.
III
No se puede argumentar el misterio
No se puede matar el misterio
Domesticar el misterio
Reducirlo a verdades al misterio
Contar como un cuento de chicos el misterio
Recomendar el misterio
Versificar el misterio
Aconsejar usarlo con prudencia
Porque el misterio no mata: resplandece.
Nadie muere ni sufre daño bajo su gobierno.
El misterio es fuego revelado,
Fuego que no incendia
Luz que no enceguece
Pasión que no destruye
Locura que no enferma
Soledad que no aísla.
Es tiempo eterno que también se mide
Es centímetro que en realidad sirve como balanza
y balanza que aumenta o disminuye siempre a su favor.
El misterio, - yo lo sé -,
es como la nube:
agüita sola
anclada por minutos en el mismísimo paraíso.
Es la conciencia cuando no se agacha.
Eso lo saben los que la han visto bailar,
los que la desposaron después de la lluvia:
No se puede contra la conciencia humedecida
C. Bakún- 2001
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