Hace mucho tiempo un amigo haijin inauguró una sección todavía visible en el foro del Rincón del Haiku, titulada "Asombros afines". Todo un título.
Uno se encuentra, sin buscar, como decía Picasso, ni más ni menos que con esos asombros a cada paso. Llega , por ejemplo, a mis manos este fragmento de uno de los tantos de Clarice Lispector que circulan por la web. Es sin duda elocuente.
No podría decir que la entrega al no saber sea una obsesión; más bien creo que es el fruto de años de andar queriendo un tipo de saber "garantizado", ése que solemos ir buscando como si existiera, como si además fuera deseable, como si alguien lo poseyera. Un saber congelado, sin sabor. Algo que no es la entrega a la vida, sino su oponente: el agua estancada.
Seremos una y otra vez agua estancada y agua que fluye: "no barro, no loto" decía Thích Nhất Hạnh. Sin embargo los sueños nos necesitan disponibles, nos requieren creando valentía con las reservas que todos traemos a esta vida porque, como dice, Don Jung. "El camino del héroe es decirle sí a la vida bajo SUS PROPIAS CONDICIONES".
Y entonces, después de haber intentado un poema sobre el no saber, uno más, aparece Clarice, "aprendiendo a vivir" y nos dice:
—¿Puedo decirlo todo?
—Sí, puedes.
—¿Me entenderías?
—Sí, te entendería. Yo sé muy poco. Pero tengo a mi favor todo lo que no sé y –por ser un campo virgen– estoy libre de prejuicios. Todo lo que no sé es mi parte más grande y mejor: es mi amplitud. Con ella lo comprenderé todo. Todo lo que no sé constituye mi verdad.
(Clarice Lispector: Aprendiendo a vivir)
y entre las flores de Escobar encuentro unas palabras provisorias que dicen:
( Escobar, octubre 2022)
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