sigo siendo
ese animal asustado
que escapa de su herida
que nunca se cierra
y se agranda a cada paso
como una sombra gigantesca
que todo lo oscurece
soy esa semilla nueva
que busca la luz infinita del sol
su calor su tibieza
pero la mano de la noche es larga
y sus dedos llegan a todos
los rincones de mi alma
la noche cierra su puño sobre mí
y ya no puedo moverme
sólo me queda este silencio
poblado de gritos
que nadie escucha
(Escribir para sanar, decir el dolor, hacerlo poema, una vez más. Gracias Javier Lombardo por tu valentía)
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