Hoy el mundo recauda mucho dinero gracias a Van Gogh.
Hoy Van Gogh es un ícono, un símbolo del arte, una imagen que se usa, -como la de Frida-, para simbolizar el dolor sublimado en imagen, la capacidad de un ser humano de crear belleza atendiendo a la belleza entera, la que está en todas partes, dolor incluido.
Hoy la oreja de Van Gogh es el nombre de un grupo de música, y a mí esa oreja mutilada me recuerda lo opuesto de su pintura. A mí me recuerda la crueldad de la locura, la falta de creatividad de la locura, la dificultad para comunicar las emociones de la locura humana. Como solía decir Norberto Uman, Vicent Van Gogh (aplicable a muchos) fue quien fue a pesar de su locura, no gracias a ella.
La locura no es benigna, no es disfrutable, ni le hace bien a nadie, ni una oreja mutilada es un cacho de carne para romantizar. La locura humana es dolorosa, difícil, cruel.
Una de mis psicólogas me decía que en pleno foco de locura no se puede crear. Supongo que por eso entre otras cosas, Van Gogh se cortó una oreja.
Y sin embargo, ¡qué falta que hace no ponerla afuera! No creer en la locura de la normalidad de pura cepa, no creer en que la ausencia total de romantización pueda ser algo más que garantía de aburrimiento existencial al por mayor.
Hay mucha gente que aunque no esté loca, no puede crear, y lleva una vida vacía, mientras llama locura a la libertad de ser quienes realmente somos, o mejor aún quienes vinimos a ser, y llama locos a quienes se arriesgan a intentarlo sin saber de antemano,- como ningún humano lo sabe-, realmente quién se es, quién se está llamado a ser.
Y entonces no es lo mismo escuchar voces, que escucharse la voz, todo depende del cómo, del para qué, y esas cosas.
El caso es que Van Gogh, además de loco, era apasionado, amaba la vida, la naturaleza, los colores. Soñaba con un mundo mejor, más bello, con la amistad de los seres humanos, con cofradías de artistas, con el amor puesto en todas las cosas, y salía a pintar en la noche con su sombrero alado lleno de velas para iluminarse y poder captar la belleza de esas estrellas que hoy tanto nos conmueven.
Pero se ve que en ese momento no conmovían tanto a nadie, ni en el mundillo de la pintura ni en ningún mundillo, porque Van Gogh además de loco era pobre, y además de pobre, poco reconocido como artista, y no vendió más que una pintura, si mal no recuerdo, a su hermano.
A veces las cosas tardan en llegar, pero llegan. El arte siempre es más grande que el artista. El artista muchas veces es un medium para el que la tierra no está preparada aún, que escupe imágenes destinadas a un niño que aún no nació.
Y entonces la gente va a tomar un baño de inmersión en la obra de Van Gogh, y por ahí, además de eso, sería muy bueno que como él, empezara a tratar de encontrarla en la flor con que se tropieza por la calle.
Soy de las que creen que no hay otro camino. Mirar la belleza de afuera para reconocer la de adentro y para diferenciar todo lo que no es belleza ni adentro ni afuera y ver qué se hace con eso.
Entonces, Van Gogh, querido de tantos de nosotros los que te vemos desde el siglo veintiuno, brindemos, che, porque la gente empiece a no horrorizarse tanto de los patológicos, tóxicos, medicados, enfermitos que siempre son los demás, y empiece a mirarse las mierditas propias con más arte.
Tal vez empezar a asumir que en un punto todos somos "psicodiferentes" sin que eso nos habilite para hacer cualquier cosa con nuestras vidas y con la de los demás, o sea, agradecer que existen los psicólogos, los psiquiatras, y hacer uso debido de sus servicios sin asco, y agradecer también que existe la libertad de ser distinto y pintarse los colores necesarios en el alma y en el cuerpo sin permiso de nadie.
Dale Van Gogh, que la próxima batalla por la que se juegue la humanidad sea por los que no venden, no garpan, no triunfan. Por los pobres, los chifladitos, los que tienen las voces encerradas, los que no se hacen escuchar ni nadie les presta micrófonos, dale que la próxima batalla era por ahí, y que la gente se sumerja en ese baño de inmersión que no tendrá sales con perfume a rosas, pero que nos hace falta pa sacarnos tanta roña de encima de una vez.
Salute, querido hermano.
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