A mis palabras no se las lleva el viento: son pesadas consistentes, eternas, frutos prohibidos de un árbol que no da flores
A mis palabras no se las lleva el viento, pueden doler a mi pesar, o pesar a mi doler, pero no se marchitan
Quedan ahí, incólumes como flores de plástico, pareciera que para toda la vida…
Pero de pronto llega un viento, y las despliega como mariposas y se vuelan
Y si las lastima, sangran, como flores de pétalos jugosos
Las desviste como si fueran sus amantes y quedan al descubierto sus almas de seda, su impulso de nido
A mis palabras no se las lleva el viento: las fecunda
(imagen: pintura de Jeanie Tomanek)
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