I
¡Con qué gusto acojo como verdades
los bordes de los pétalos
que de rojo miran
mi acontecer en esta tierra!
II
Voy a dejar que la mañana se abra ante mí como un capullo nuevo.
Que su rocío me moje y me abra
con la delicada cautela de los dedos de dios.
Que la carne rosada de cada pétalo despierte al tacto bendito de (l amor en) una caricia.
Claudia Bakún, 2008
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