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jueves, 6 de mayo de 2021

IMPROVISACIÓN SOBRE EL APRENDER (Charlas con Wilson)


se aprende (improviso). Se aprende lo que se necesita porque se lo necesita. La necesidad crea la forma.

Aprender siempre es creación, salto a lo desconocido, audacia...Como el ángel de la película "Las alas del deseo" que se arroja a ser humano.

La ilusión del aprender es que venga con manual de instrucciones: y el manual es lo que viene a justificar nuestro detenimiento eterno en la descripción y análisis de las dificultades del proceso como si uno se hubiera animado a dar el primer paso.

Se aprende a andar en bicicleta andando en bicicleta, y si no se tiene una, a veces se aprende a andar en bicicleta después de aprender cómo fabricarse una con los elementos que hay a mano.

Existe un regodeo en los "no puedo" en los "motivos inconscientes" de nuestras conductas, de los que la mayor parte de las veces somos cómplices y artífices, porque no hacerlo duele.

Y sí, claro que a veces es real que no podemos, pero hay un "no puedo" que se dice desde la comodidad, y otro que se dice desde el límite real, desde la honestidad. Uno es pasivo y eterno, tiende a hacerse eterno. Otro es activo. es el no puedo del que está pujando por salir, más allá del tiempo y de las dificultades que lleve.

Como dice Pema Chödrön, "nadie nos advirtió cómo duele pasar de estar atascados a estar desatascados" (no cito textual).

Unos necesitan aprender a confiar, otros necesitan aprender a no ser tan confiados, unos a fortalecer músculos y otros a ablandarse. Es así, a cada momento.

Nos llenamos de excusas: ser demasiado joven, ser demasiado viejo...Estamos inmersos en una cultura profundamente consumista. Amamos a Bach, amamos su música, pero no toleramos que empezar a mover los dedos adecuadamente nos lleve tiempo y dificultad. El tema es que realmente tocar Bach nos interese lo suficiente. Lo sabroso y lo instantáneo no suelen ser tan buenos amigos. Hay un tiempo entre escuchar y procesar, entre escuchar y preguntar lo que no se entendió, un deleite en contrastar lo que se creyó entender con lo que realmente se nos quiso decir. Tiempo. Tiempo para ir en contra de nuestras inercias. Tiempo para mirar actos más que palabras y descubrir sentidos a los que estuvimos profundamente desatentos.

Tiempo para aprender a ser más delicados con la propia mugre y con la ajena. Tiempo para desaprender hábitos malsanos respecto de nosotros mismos y respecto de los demás. Tiempos  para darnos al no saber. Al No-saber. Radicalmente. La hiper-interpretación también nos mata, y mata a otros en  el camino. También necesitamos tiempo para ejercer lo que ya sabemos y no nos gusta tener que ejercer. 

Para todo eso hacen falta ganas. Nadie aprende sin ganas. A veces las hay, pero todavía hay demasiada ilusión en que se dispone de todo el tiempo del mundo, o hay ganas pero la necesidad todavía no tocó realmente a nuestra puerta con la fuerza que creímos. Y entonces nos volvemos a entregar al juego del mientras tanto, hasta pulverizarnos por vez número mil tal vez.

Se aprende a tener coraje poniéndolo en juego, y a pedir ayuda pidiéndola. No hay otra.

Todo puede doler: aprender y dejar de hacerlo. Pero cambia la calidad de vida. La nuestra y la que le damos a los demás. Y eso es hermoso. Es grandioso. Y la buena noticia es que siempre está a nuestra disposición.

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