¡Qué profundo agradecimiento siento por haber
leído y seguir leyendo a Pema Chödron!
En el prólogo de su libro - nunca
suficientemente citado- "Cuando todo se derrumba", es cuando ella, refiriéndose
a un año sabático en el que lo armó a partir de borradores de charlas dispersas,
dice:
"De
vez en cuando miraba algunas transcripciones. Las había de todo tipo, desde
pedantes hasta deliciosas. Fue interesante y vergonzante tener que enfrentarme
a semejante profusión de mis propias palabras. Gradualmente y a medida que
avanzaba la lectura empecé a ver que, fuera cual fuese el tema elegido para la
charla, el país en el que estuviera o el año en que la escribí, había enseñado
incansablemente sobre los mismos temas: la gran necesidad de maitri (bondad
amorosa ante uno mismo) y el desarrollo de una actitud compasivamente intrépida
hacia nuestro propio dolor y el de otros."
Para agregar más adelante:
"
Me dio risa comprobar que, tal como él solía decir (se refiere a su profesor
Chögyam Trungpa Rinpoche), hacernos amigos de nuestros demonios y de las
inseguridades que les acompañan nos lleva a una relajación y alegría muy
simples y nunca suficientemente valoradas".
Hace ya tres años que éste es mi
libro de cabecera. Y si hay libros que llegan en el momento oportuno, nunca tan
oportuno y tan EL LIBRO, como en este caso. No me canso de leerlo, y yo también
me río cuando de pronto, al marcar con el dedo una página cualquiera y entrar
en ella, descubro que se trataba de una parte que por alguna razón estaba menos
explorada y subrayada que otras. Y también descubro que esa razón era
simplemente que yo no llegaba a comprenderla porque no la había experimentado
aún, o vislumbrado siquiera.
Creo que ningún libro que haya
llegado a mis manos está tan subrayado como éste, a punto de que supongo que va
a terminar completamente subrayado, porque al leerlo cada vez, siento que cada
párrafo es insustituible.
En mi caso, atribuyo el inmenso
poder de las enseñanzas recibidas al descubrimiento de Maitri. Indudablemente hay
un antes y un después de ese advenimiento. Y también me dejó perpleja en el
instante uno, descubrir que lo que yo leí y me hizo comprar el libro fue ni más
ni menos que escuchar lo que ya instintiva e intuitivamente había descubierto
por mi cuenta y empezado a practicar. Esto no es presuntuosidad, sino la
sencilla constatación de lo que ella, -y en ella la tradición del budismo
tibetano-, describen como las posibilidades del dharma, camino abierto y
disponible para todas las existencias, todas las experiencias de las vidas
humanas.
Maitri es el puente que reconecta
todas las experiencias personales a la aceptación incondicional de la vida, y
así ir hacia la aventura más honda, que acaso sea la de desconocer-se, la de
inventar un camino que nos permita dejar de transitar las mismas respuestas
para responder las mismas preguntas con las mismas conductas. Ir en contra del
núcleo, relajarse en lo que es, recostarse sobre las aristas filosas, -por
citar algunas metáforas que emplea-, o, en mis palabras de hoy, permitirse ser
hasta reírse, lo cual, aplicado a mi persona, no ha sido un asunto menor.
Jamás tuvo mi risa un
protagonismo en mi vida, más que eso que todos describían desde mi niñez como
una especie de risa sofocada, tragada, se podría decir. Así que he nacido a mi
risa actual, y no sé cuántas metamorfosis más tendrá. Lo mismo que el resto de
eso que doy en llamar ‘yo’.
Hablo de mí, porque no encuentro
otra manera de compartir mi fe en estas enseñanzas, porque no puedo hallar más
que en mi propio testimonio el aliento que deseo ofrecer a que quien se sienta
en pleno caos, derrumbe, o cualquier otra metáfora del desastre personal.
El camino no termina nunca, pero hay un buen aliado en el Maitri, un excelente aliado para todos, para vivir en este mundo que también está en caos y derrumbándose, y también está naciendo en este mismo momento, si nos permitimos ser algo más audaces con nuestro propio dolor y con el ajeno también
Y guiñarnos de tanto en tanto un ojo, amigablemente a nosotros mismos, y a nuestros compañeros de camino, con perdón por el atrevimiento.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario