Visitantes cósmicos de buena voluntad,sean bienvenidos a este lugarcito que albergará poemas, pinturas y toditas cosas que habitan mi alma...


domingo, 5 de enero de 2025

Ay, María Elena ¡cuánta filosofía hay en tus letras!

 Hoy: Un amigo nuevo no es lo mismo: nos quiere por la mitad

 https://www.youtube.com/watch?v=S1kFwK7r7jE

¿Qué mitad es la que quiere el amigo nuevo cuando uno ha tenido una vida llena de vidas? ¿Conoce una mitad o un tercio o un octavo que son imposibles de establecer en medidas numéricas? Son más bien etapas distintas, a veces muy muy distintas de una vida que ha hecho giros y saltos, que no se ha quedado quieta, ni siquiera frente a lo que la vida misma ha hecho con uno, quiero decir, frente a lo que no se elige.

Siempre que pienso en ésta, tu frase de Zamba para Pepe, me acuerdo de la serie Vientos de agua. Ahí no eran sólo los amigos nuevos, sino los propios hijos, los que desconocían la primera ¿mitad? de la vida del personaje central interpretado por Alterio; una mitad que no llegaría ni remotamente a mitad si se la contabilizara en años, pero la pucha que una muy grande mitad, si se la entiende como la raíz oculta de un árbol que de ahí en más crecerá trasplantado.

¿Qué te pasó, papá? Le pregunta el hijo a Alterio en España, ya ambos en España, dispuesto a escuchar eso de lo que nada conoce.

También me acuerdo de la historia de Yira Yira que cuenta el propio Discépolo, en lo referente a la imposibilidad de hablar del dolor propio cuando es demasiado intenso, de la necesidad de esperar para poder convertirlo en letra de un tango, en obra de arte, en algo creativo, en definitiva.

¿Qué mitad de qué vida conocen nuestros nuevos amigos?

Y también en esto yo te entendía mal, María Elena, porque creía comprender que ese “nos quiere por la mitad” se refería a que el amigo nuevo no nos quiere lo suficiente, por el hecho de querer sólo esa mitad a la que puede acceder, y no. Lo que nos querés decir es otra cosa, que no está en el amigo nuevo ni en su amor entero hacia una parte nuestra, sino en que sólo nosotros sabemos cuál parte quedó afuera de su amor, no por amar menos, sino por desconocer.

En tal sentido, cabría decir lo mismo de los amigos viejos. Viejos, sí, porque no se re actualizan, porque a fuerza de no tratarnos, siguen fijados a la ilusión de que somos las mismas personas que fuimos cuando ellos nos frecuentaban, con los mismos pesares y las mismas alegrías, con las mismas personalidades y formas de responder a las gracias y a las desgracias.

Y no: nuestra vida realizó una metanoia. No somos los mismos, y sabemos que ellos tampoco pueden serlo, incluso si se hubieran quedado en la versión de quienes eran. No serán los mismos, porque una vida que se estanca, aunque se congele en el mismo paisaje, no será nunca la misma que cuando ese paisaje, esa postal, era hjja de un fluir y no de un resignar.

Por eso los amigos podrán ser antiguos, antiquísimos, pero no envejecer, -al menos no caducar-, si aun cuando no nos hayan frecuentado o nosotros a ellos, se permiten la comprensión de que debemos conocernos de vuelta, se permiten hacerse y hacernos la pregunta acerca de quiénes somos ahora.

Por eso, María Elena, podrá existir el dolor de ser querido por la mitad, o por el tercio o por vaya a saber qué vida de todas las que fuimos hacia adelante o hacia atrás, existirá ese dolorcito o dolorón de no ser queridos todos-toditos, cosa que de algún modo es y será también una ilusión.

Eso sí: qué alivio poder hablar de nuestra vida a quien conoce algunos de sus personajes principales, esos del inicio, como papá y mamá, sin tenérselos que presentar.

Pero, no obstante: qué alivio también tener quien lo conozca a uno sin tener que explicarle quién era uno antes, qué lastres arrastraba y qué maneras que jamás hoy cultivaría en su sano juicio, tuvo que dejar en el camino; qué alivio no tener que volver a presentarse.

Mas qué alivio también los que regresando humildemente, se saben otros y nos saben otros, por lo que tienen el respeto de no querer ni pretender adivinarnos, ni mucho menos sonreír frente a cosas que suponen que conservamos, como si el tiempo que pasó para ellos no hubiera pasado para nosotros también, no nos hubiera podado y renacido las ramas y las flores.

Amigo viejo o nuevo: gracias siempre por la pregunta ¿quién sos hoy? ¿qué te pasó?

 

 



 

lunes, 30 de diciembre de 2024

SALUTE A LA BARRA!!!


https://sintonnison.com.uy/canciones/dejenla-sola-sola-y-solita



A todos nosotros con nuestras asumidas o ignoradas rarezas, manías, virtudes y defectos, milagros y esperpentos, 
a todos nosotros, con nuestras historias por debajo, por arriba o por al lado, como césped por donde caminar, risco escarpado que trepar, o mochila leve o pesada que ir cargando
a nosotros, los que tratamos de despojarla de peso inútil, y entonces nos ponemos a escribir y soñar, a bailar, cantar y coser,,,

 y a veces hasta a volar por los aires con mucho donaire, como decía la vieja canción...

a todos nosotros chinchinazo, salute, brindis con tutti!!! y :

sábado, 28 de diciembre de 2024

Bonjour, Pierrot

Querer encontrarte es algo agobiante e irrenunciable como la esperanza de encontrar un psicólogo de apellido Martínez en la ciudad de Buenos Aires, o como buscar al analista dentro de su consultorio y no sospechar que es él quien está acostado en el diván. 

Es buscar la cuarta aumentada justo en el instante previo a ser considerada dodecafónica, pero querer encontrarla así después de haberse creado el pierrot lunaire. 

¡Ah!!!... es algo tan  improbable como que, además, se la ubique justo en el instante anterior a su rotura,  ahí donde estalla en una serie de notas inconexas, pero tan irrenunciable como si fuera posible. Entonces sólo  queda subirse a una escoba y esperar que levante vuelo. Chau noche transfigurada. Bonjour Pierrot. 

El SI se desequilibra en su afán de que los ángulos no sean superiores a uno recto, pero  la sensible ascendente se empeña en llegar a la cúspide. Milagro: en el cine de Milán se  cortó la luz justo cuando las escobas iban a volar, y así y todo volaron.

La luz volvió cuando no quedaba ya  nadie en ese cielo más que unas palomas atentas a la huella del revuelo en el aire. 

Buscarte queriendo encontrarte, es una tarea ardua y exasperante; sólo que hoy poco me importa el beneplácito del analista. Sólo necesito que la escoba me espere. 







caen los copos...



Palo borracho -

Caen los copos y mi perra retoza

en el mismo haz de luz




viernes, 27 de diciembre de 2024

Observatorio astronómico en Revista Diversidad de las Culturas

https://diversidadcultural.unju.edu.ar/relatos.php


GRACIAS!!!


a la Revista Diversidad de las Culturas por hacerle lugar a un texto propio, y aprovecho para recomendar en esta ocasión la lectura de esta Revista que se propone brindar una mirada sobre las realidades latinoamericanas.




viernes, 20 de diciembre de 2024

EL LUGAR DE LAS COSAS

 


Alguna vez fui a poner las cosas en su lugar

Y terminé poniéndome en el lugar de las cosas

Ahí me di cuenta de cómo se veía el mundo siendo naranja

Y de cómo una pera jamás podría rodar tan parejito como ella

Me di cuenta de que para el perro de mi vecina mi gato era la encarnación del diablo

Y de que para mi gato, la vecina era mucho menos importante que mi ovillo de lana

También pude darme cuenta de cómo sufría la lana de mi ovillo con cada tirón

Y de por qué gemía la madera de la puerta cada vez que la llave giraba en la cerradura

Nada fue lo mismo para mí cuando volví del lugar de las cosas

Recién ahí pude poner las cosas en su sitio 

sábado, 14 de diciembre de 2024

Arpa de sol (invierno)





La piedra seca

devuelve al horizonte

su melodía.


Raspa el silencio

el recuerdo del río

que fue en verano.


Arpa de sol

tendida entre la roca

y el tronco añoso.


Sólo él escucha

los íntimos secretos

del mudo mundo.


Sólo él escucha

mientras todo enmudece...

¡Ay, frío del alma!


                                                          ( de Accidentes geográficos,  poemas en forma de haiku)

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Y seréis como troncos



Y aunque desees otra belleza 

no habrá otra belleza posible 

que la de todas las marcas en tu tronco

La del hachazo que no llegó a derribarte 

Las de  todos los amores que en tu corteza vivieron 

lo mismo que en tus nidos 

Las marcas invisibles de canciones de pájaros 

y vuelos entre las ramas

El sonido del follaje ondulante y el del viento 

ondulando la poesía de tus brazos, 

ramas frescas tiernas

Ahora, al moverse, crujen 

pero aunque estén más frágiles y alguna se quiebre 

son conmovidas por la misma fuerza

Hoy el poema se escribe entre grietas 

Pero el mundo lo lee en voz alta a las estrellas y ellas

aun extinguidas 

comprenden 




viernes, 6 de diciembre de 2024

INVITACIÓN A "BELLANEDA DENTRO", de Marina Camporeale, con plus poético y taller de collages


 

La hermosa amiga de tantas vidas, Marina Camporeale, está exponiendo hasta el 20 de diciembre en el Teatro Roma de Avellaneda, y me pongo ancha de poder decir "VAYAN", no se la pierdan.

Ampliaremos, pero esta muestra es un conjunto memorable de tres series de collages, objetos y fotos intervenidas, una de las cuales le da título a la exposición.

En el marco de este evento alentado por todos los amigos de esta genia, -aliento acumulado hace ya largo rato-, estaré con otros microfonistas aportando la lectura de algunos poemas este sábado. A esto se sumarán otros dos amigazos, la Cirigliano y Ricardo Dans, con un taller de collages.

(Habrá el 19 otras actividades, al cierre)

PASEN, VEAN Y ESCUCHEN LOS SONIDOS Y LOS COLORES DEL MUNDO SEGÚN LA CAMPO!



domingo, 1 de diciembre de 2024

La insignificancia


Recorro una vez más los caminos de la insignificancia, esos que señalan importancias supremas en sitios que creímos dotados de una pequeñez extraordinaria. Por ejemplo el diario hacer de las manos.

Sí, siempre quedó más o menos claro que eran parte de nuestro cuerpo, pero ni en la escuela, -en la clase de gimnasia-, ni en el conservatorio, -en la clase de instrumento-, hubo quien se ocupara de remarcar  la intrincada red de músculos, tendones, huesos, huesitos y nervios que las constituía, nadie que nos hablara sobre su funcionamiento físico, sobre la importancia de su cuidado, ni de cómo realizarlo.

Tampoco nos hablaron de la fuerza subterránea que ejercen en el cotidiano hacer, ni de cómo descansarlas de un cansancio prácticamente invisible.

Nadie nos dijo cómo elongar o fortalecer su musculatura, ni que ciertas ejercitaciones que entendimos siempre como destrezas  musicales, también lo eran a nivel físico: saltos, arpegios, escalas, escalas en terceras o en sextas... cosas por momentos vividas como absurdas... porque ignorábamos en realidad qué cosas estábamos ejercitando y al servicio de expresar qué belleza.

El movimiento rotatorio del pulgar derecho en la guitarra, la izquierda con su máquina de hacer ligados, o con la dificultad muscular,- para algunos más importante que para otros-, de las cejas... bueno: de todo eso no solía hablarse demasiado en términos de "cuerpo", de la mano y de los dedos como cuerpo que se ejercita y entrena en un virtuosismo cuyo objetivo quizás no valga por sí mismo, pero sí como parte del camino que tienen las manos en su poder de expresar los mensajes más difíciles, más inaccesibles de la música.

Entonces, un día nos fracturamos la muñeca derecha, y ahí nos venimos a enterar no sólo de todo lo que veníamos haciendo desde la música, sino de todo lo que veníamos haciendo al cortar un pedacito de comida en el día a día.

Porque después de mucha inmovilidad, nos encontramos con que esa mano tan útil que teníamos, de pronto no tiene fuerza para encender un fósforo, ni para levantar algo más pesado que una botellita plástica con dos centímetros de agua adentro. No podemos ni lavarnos las manos, ni sostener, -nomás para hacerle el favor a la izquierda que tomó la batuta a la fuerza-, el mango de la sartén. No podemos hacer nada de eso porque nos duele, y nos duele no sólo porque nos operaron, nos pusieron adentro un montón de cosas de metal, sino también nos duele porque no la ejercitamos durante mucho tiempo; del mismo modo que también nos duele el  pobre manguito rotador de tanto estar en cabestrillo, y nos duelen los musculitos del brazo derecho que se olvidaron de cómo era estirar el codo.

Nadie nos explicó la importancia de la epopeya diaria de las manos, en su aparente insignificancia, en sus itinerarios de laberíntica destreza, en que saben a la perfección trabajar en equipo, a punto tal que desmenuzar esa tarea conjunta implica un laburo impresionante para la pobre mano que queda sola a cargo de la batuta general, porque por más fuerza que tenga, sola no podrá hacer algunas cosas que exigen coordinada precisión.

Y entonces, el día que por fin podemos fregar un plato sucio, coser el roto de una media, o girar la llave para abrir la puerta, sentimos que eso es la gloria misma, como poder cortar un pedacito de churrasco y llevarlo a la boca.

Creemos, -y voy a extrapolar una vez más territorios de experiencia-, que todo lo importante es grande, notorio, que ocupa mucho lugar. Pero la experiencia de las cosas que a los humanos nos hacen bien, y las que nos hacen mal, la experiencia de lo que nos hace estar contentos, gozar y ejercer la potestad en nuestras vidas, posiblemente sea las más de las veces la sumatoria de pequeñas cosas, que en su dulzura se nos regalan, o que en su amargura se nos niegan, no mucho más que un trineo llamado Rosebud, para encender la rueda dhármica, la rueda mágica, la cotidiana belleza de vivir.