Este poema lo conocí a través de mi amiga Graciela, Uca Camard como ella dio en llamarse, que supo ser una gran festejadora de seres vivos, no sólo seres humanos...amaba muchísimo a los animales y a la naturaleza toda, pero siempre festejaba las presencias nuestras, las de sus amigos, y generaba amigos nuevos entre sus alumnos y sus vecinos, por saber festejar sus virtudes y fortalezas. A ella y a mi madre, quien supo también celebrar sus vínculos como pocos, a ella que siempre me decía cuánto me quería, y con quien nos despedíamos a diario por teléfono diciéndonos ese "te quiero mucho" que algunos criticaban por excesivo. Ella que supo ser celebradora de alumnos en el Conservatorio, a quienes no sólo jamás denigró, sino que hacía tocar en las audiciones desde el menos dotado al más talentoso, cada cual con sus posibilidades, y ponderando siempre lo bueno primero, para luego marcar la falla con delicadeza. A todos quienes han sabido celebrar la vida junto a mí, pero a ellas dos en especial dedico este poema de Hamlet Lima Quintana.
Hay gente que con solo decir una palabra
enciende la ilusión y los rosales,
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente, que con solo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas.
Que con solo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entrecasa.
Hay gente que con solo abrir la boca
llega hasta todos los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria,
pues sabe, que a la vuelta de la esquina,
hay gente que es así, tan necesaria.
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