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martes, 15 de junio de 2021

LA RIENTE


Sí Wilson, así como el pobre Gregorio se convertía en quien no quería, ella también empezó a despuntar. Es hermoso verla habitarme y darme cuenta de que soy yo, o sea ¡que ella es yo y que eso es una enormidad!. Toda una vida pa salir de la solemnidad, y parece que llegó el día de la inauguración. La risa ahuyenta a las sombras propias y ajenas, eso es sabido. Pero saber y hacer carne las cosas son asuntos distintos, Wilson. 

La celebro, che: era hora. Como celebré que apareciera el don de llanto. Ahora ella, -la que sólo sabía hacerlo a veces, o para los chicos en la escuela-, toma ese personaje que supo salirle fácil para alentar a otros,  y que ahora le sale fácil para alentarse solita. Para quitarle peso a lo pesado y para quitarle peso a lo que ni siquiera pesa y uno no sabía. 

Es que a la solitud, Wilson, recién la conozco. La había habitado mucho tiempo, pero no así. Autoapapacharse en las malas, hacer maitri en todas, atravesar así las grandes aguas de las embestidas más fuertes del dolor y la tristeza, son aprendizajes de los que carecía. La pura intemperie ha provisto sabias lecciones, entre ellas este nacimiento. 

Y llega un punto en que no querés más tanta zozobra: y llega la risa, llega para suavizar, para darse y dar perdón interno, llega sin negar lo demás, llega porque es necesaria, imprescindible para seguir caminando, llega porque es linda, llega para caminar mejor, para enfelizarse y enfelizar, y para hacer hábito; la risa,  esa proscripta histórica en algunas familias, esa condenada sempiterna en el banquillo de los acusados inocentes, esa amenaza mundial de alto voltaje.

Si la dejamos ganar ¡andá a saber qué milagros seríamos capaces de producir!

Si dejáramos de temerle, Wilson, y no sólo a ella, también a la tristeza, a todo lo de veras, Wilson, eso auténtico  a lo que don Mario Benedetti aludía diciendo que siempre sonaba un poco cursi... Andá a saber, Wilson...

La riente te afloja la correa y te quita las ganas de morder, te hace más bueno aunque gruñas, te modela de nuevo.

Por azarosas causas hasta mi cuerpo es diferente, responde diferente, genera cosas con las que me tengo que familiarizar, me reconozco otra en la que soy.

Parece que la posibilidad de extraer luz de lo oscuro es un buen hallazgo.

Yo que me pasé tanta vida como muchos, buscándole el pelo al huevo cuando algo olía bien, hoy lo sé: ese sí que es un deporte de riesgo. 

Si te tocan en el hombro para despertarte, agradecé: seguro que es el misterio que viene a traerte un regalo inesperado. 

Intuyo una paz apasionada, y que es posible.



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