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domingo, 2 de junio de 2024

Lealtad cronopia

La lealtad de los cronopios es la que más me gusta.

Pasa que la lealtad de los famas no existe, y aunque tengan su poquitín de cronopio cuando aman a sus hijos o sus mascotas, no alcanza para hacerlos buena gente, no es suficiente.

¿Y las esperanzas? ¡Qué decir de las esperanzas! Nadie más confundido que una esperanza haciéndose la buena en situaciones de catástrofe. Por lo general no les sale bien, la pifian. Se les ve muy fácilmente el lado fama si es que uno la va más de cronopio que de otra cosa, porque si algo tiene un cronopio, es que aunque esté avivado, no puede dejar de ser un cronopio.

Un cronopio está. No busca excusas. Y si no está, no busca aprobaciones.

Una esperanza hará lo posible por medir el amor que entrega o entregará, dónde lo pone y si le dará intereses. Un cronopio, aunque se vea tentado por viajes a las Uropas y la belleza del mar Egeo, es capaz de quedarse en casa y rechazar la invitación si es preciso.

Pero ojo al piojo, porque un cronopio avivado puede decir que no, y rajarse un rato a hacer la suya en las islas Fidji. También es capaz de graduar la distancia y las fuerzas, y reconocer la vileza... por eso se lo ve muchas veces con el lagrimón colgando, ya que está en la naturaleza cronopia amar la libertad y la belleza por sobre todas las cosas.

Por eso su lealtad es rara: no responde a la expectativa de las esperanzas fayutas, y las famas suelen aprovecharse de esto haciendo conspiraciones conspicuas con las pobres criaturas, tan gustosas de sentirse siempre normales y rectas. Porque el cronopio tiene vocación de no encajar, y al esperanza no hay cosa que le disguste más que desencajarse o que lo desencajen.

Es cosa bastante fácil demonizar a un cronopio. Así fue como quemaron al pobre Giordano Bruno y tantas brujas anónimas, así fue como Galileo y Sor Juana, -la peor de todas las yoes que había por ahí-, fueron acusados ​​por un noble tribunal que no se permitió la duda ni la pugna de los doce hombres, porque para eso hay que ser un poco cronopio en esta vida.

Los tribunales están siempre llenos de esperanzas. Las famas esperan afuera para reírse socarronamente de la sentencia, y luego llevarse todo el dinero y las joyas de la abuela también.

Cuando un cronopio sufre traición, deslealtad o decepción, sufre enormemente, y nada hay que pueda consolarlo... hasta que una flor o la caparazón de una tortuga le recuerdan el olorcito de la vida, y entonces pueden aprender a reírse y ser felices en otro lado, fuera y lejos de los juicios, un lugar en que no encajar no sea un delito penado por la ley. 

Así las cosas, cuando el tiempo pasa en limpio las inocencias, los cronopios suelen resistir y brillar a largo plazo, porque la trascendencia los acompaña.

Por eso, si contás con la lealtad de un amigo o pariente cronopio, aunque tenga sus manchones, quédate ahí.


imagen: Yeruza Labrín

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