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domingo, 3 de abril de 2022

José Martí: Versos sencillos


Podría decir: de mi colección "versos para alegrar el alma", pero prefiero simplemente hacer una selección personal de algunos de los poemas que más me gustan, porque , -además-, no todos estos versos sencillos de Martí, -que son muchos por cierto-, son alegres, aunque todos sean hermosos.

La amplitud de su temática y los matices de la expresión con que están escritos son muy variados. La mujer, excepto en la ternura de "la niña de Guatemala, la que murió de amor", es más bien causa de dolores profundos, que también tocan el rencor. El patriotismo, la búsqueda de la libertad a través de la lucha política, limpia y apasionada, también es objeto de escritura. la nobleza y la vileza de los hombres, los ideales, la traición y la decepción, la muerte, el amor por la naturaleza,  pocos asuntos escapan del interés de José Martí en esta obra que suele ser considerada de un modo algo naif.

En esta pequeña selección, he querido resaltar ese afán de amistad universal del autor que tiñe toda la obra con un aura especialmente cálida, la belleza con que dice su sentir, la exaltación del sentido de la vida, de la buena vida y la buena muerte, y del poder liberador de la poesía.

Sigo creyendo que lo de "lo bueno, si breve, dos veces bueno" no me cuadra como norma universal, pero la brevedad si contiene inmensidades, siempre es un tesoro.

De estos poemas, tuve también mis primeras noticias en el maravilloso libro "El quillet de los niños" que tanta felicidad ha sabido prodigar a tantos niños de mi generación.


Yo soy un hombre sincero

De donde crece la palma.

Y antes de morirme quiero

Echar mis versos del alma.


Yo vengo de todas partes,

Y hacia todas partes voy:

Arte soy entre las artes,

En los montes, monte soy.


Todo es hermoso y constante,

Todo es música y razón,

Y todo, como el diamante,

Antes que luz es carbón.


Yo sé de las historias viejas

Del hombre y de sus rencillas;

Y prefiero las abejas

Volando en las campanillas.


Yo sé del canto del viento

En las ramas vocingleras:

Nadie me diga que miento,

Que lo prefiero de veras.


Yo sé de un gamo aterrado

Que vuelve al redil, y expira,

Y de un corazón cansado

Que muere oscuro y sin ira.


Duermo en mi cama de roca

Mi sueño dulce y profundo:

Roza una abeja mi boca

Y crece en mi cuerpo el mundo.


Mi verso es como un puñal

Que por el puño echa flor:

Mi verso es un surtidor

Que da un agua de coral.


Mi verso es de un verde claro

Y de un carmín encendido:

Mi verso es un ciervo herido

Que busca en el monte amparo.


¡Yo pienso cuando me alegro

Como un escolar sencillo,

En el canario amarillo,

Que tiene el ojo tan negro!


Cuando al peso de la cruz

El hombre morir resuelve,

Sale a hacer bien,

lo hace, y vuelve

Como de un baño de luz.


Yo sé de un pesar profundo

Entre las penas sin nombres:

¡La esclavitud de los hombres

Es la gran pena del mundo!


Yo quiero salir del mundo

Por la puerta natural:

En un carro de hojas verdes

A morir me han de llevar.


(también este poema, "La rosa blanca", que suele leerse por separado, forma parte de la obra)

Cultivo una rosa blanca

En julio como enero,

Para el amigo sincero

Que me da su mano franca.


Y para el cruel que me arranca

El corazón con que vivo,

Cardo ni ortiga cultivo;

Cultivo la rosa blanca.

***  


Tiene el leopardo un abrigo

En su monte seco y pardo:

Yo tengo más que el leopardo

Porque tengo un buen amigo.


Duerme, como en un juguete,

La mushma en su cojinete

De arte del Japón yo digo:

“No hay cojín como un amigo”.


Tiene el conde su abolengo;

Tiene la aurora el mendigo;

Tiene ala el ave: ¡yo tengo

Allá en México un amigo!


Tiene el señor presidente

Un jardín con una fuente,

Y un tesoro en oro y trigo:

Tengo más, tengo un amigo.


***  

Yo te quiero, verso amigo,

Porque cuando siento el pecho

Ya muy cargado y deshecho,

Parto la carga contigo.


¡Verso, nos hablan de un Dios

A donde van los difuntos:

Verso, o nos condenan juntos,

O nos salvamos los dos!

En Santiago de Cuba está enterrado el hombre, patriota y poeta, inmenso acuariano, y tuve el gusto de visitar el mausoleo en que reposan sus restos. Es notable que en ese país los cementerios tengan más bien la impronta de jardines, de paseos, y también que se celebren los natalicios de los próceres, y no se conmemoren las muertes. Esta observación no tiene una connotación de aplauso al regimen castrista, pero sí me parece un dato particularmente interesante de cómo los humanos podemos vivir los acontecimientos de formas tan variadas. 

Y además, finalmente, se hizo su voluntad, y sus restos miran al sol, o más bien se dejan ser mirados por él, todos los días.


No me pongan en lo oscuro

A morir como un traidor;

Yo soy bueno, y como bueno

Moriré de cara al Sol!






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