Visitantes cósmicos de buena voluntad,sean bienvenidos a este lugarcito que albergará poemas, pinturas y toditas cosas que habitan mi alma...


lunes, 26 de diciembre de 2022

AMULETOS

 




“Entonces Dios creó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida” Génesis


He ido perdiendo anclaje con mis muertos

Se han ido desprendiendo de mí lenta, suavemente.

Primero, el desgarro que partió al medio la foto de padre y madre juntos y la empujó a caerse del estante. Luego, la necesidad de sacarme ese anillo que la simbolizaba a ella. 

He perdido amuletos. Tampoco uso ya casi las piedras protectoras en mi cuello para andar por el mundo.

Voy solita. Y cuando digo solita, lo digo con cariño. Voy conmigo, sola, solita, triste, divertida…Voy, andando como la sirenita con unos pies prestados y dolientes, o a caballo como Lady Godiva.

A veces subo triste al caballo y otras, retozo con él hasta el delirio.

A veces camino como quien peregrina y otras como quien se libera y avanza.

Como esa sirenita que Andersen dibujó, pagando con el dolor de las plantas de sus pies la aventura de estar viva dentro de un formato humano.

Ecos del río. Ecos del mar.

He dejado los anillos de mi madre y de mi padre en el mar. Lejos.

Una tarde de sol me despedí de ellos y los dejé en la orilla como ofrendas al más misterioso de los magmas.

Por eso camino sola. Bailo sola, canto, me monto al potro feroz y volátil del deseo, a la alegría santa pero no inmaculada, como ese santo decir sí y ese otro santo decir no del filósofo que era incapaz de imaginar un dios que no supiera bailar.

Mi madre es una abstracción que invoco. Sé que está dentro mío tanto como que ya emprendió el viaje que la aleja de mí hasta la eternidad. Y que eso no me asusta porque su estar dentro de mí no necesita de mi llanto para visitarla.

Mi padre quedó entre las olas, junto con dos anillos metidos en el mar del que emergió la sirenita con un cuento por vivir, un tajo entre las piernas, una cola de pez dejada en el fondo del mismo mar como recuerdo de una existencia anterior.

Puedo caminar sin amuletos. O al menos que yo sepa, sin los de antes.

Yo soy mi amuleto de la suerte.

Pongo proa hacia la impermanencia, que da en mi cara con su viento pleno de frescura. Ando amando, a caballo o a pie amando, y con una sonrisa nueva dibujada en la cara como en barro fresco.




No hay comentarios:

Publicar un comentario