SOBRE SENTIRSE QUERIDO

Hoy encontré entre los recuerdos que trae Facebook a nuestras orillas presentes, éste, al que entonces llamé así: "Sobre sentirse querido". 

Fue escrito hace exactamente dos años, al día siguiente de una pequeña intervención en la que me anestesiaron después de mucho tiempo, y se metieron con mi endometrio para estudiarlo. Ese día me mimaron mucho, me acompañaron y me sentí muy querida. 

Hoy al releer el texto, encuentro cosas que me gustan, no obstante haber nacido en modo improvisación. 

Por suerte, a la distancia ya, puedo sentirme afortunada de no seguir apretada contra esa pared. Y es muy bueno sentirme así ahora. Es bueno el fruto del laburo con uno mismo, es bueno observar cómo la vida que se lleva, trae, y también es bueno saber por experiencia que cada vez que puedo ir hacia un miedo  armada de mi confianza en que el amor va a hacer su parte, hay la recompensa inesperada del kintsuji. Y también es bueno confiar en que allí donde la ola aún no haya traído, en algún momento traerá.

Y de que siempre, siempre, aprender es aprender.

Aquí va:

"hace ya bastante tiempo que la vida me tiene apretada contra la pared de sentirme poco querida. Un tiempo de honda transformación, de pulverización diría, que agradezco infinitamente con todo mi corazón, tanto cuando él, el cuore digo, se pone contento como cuando maldice la hora, o a sí mismo, o lo que fuera... 

Y la verdad es que tanta cosa me hizo darme cuenta de cuán querida fui otrora, de cuánto lo valoré, y también de cuando no lo supe valorar lo suficiente, o expresarlo lo suficientemente bien. 

Me ha hecho ver todas las cosas que me morfé por delicadeza ante unos cuantos otros que no la estaban teniendo, y durante cuánto tiempo, así como la amargura ante los resultados obtenidos, pero también me hizo ver por consecuencia inmediata mi posible falta de delicadeza ante situaciones de las que no tuve registro.

Me hizo enojarme, mucho mucho mucho, con esos otros, conmigo misma, transitar sin censuras internas muchas etapas, aprender a poner límites hacia afuera, y luego aprender que cada límite hacia afuera es uno hacia adentro que uno se pone, y bueno, un montón de cosas más.

Me hizo entender que los humanos TODOS necesitamos que nos avisen cuando no estamos teniendo registro de algo, que si somos buena leche algo haremos con eso, y que si siendo buena leche no hacemos nada , es que no podemos, o que aún no podemos porque estamos de verdad mal, o que no somos buena leche.

Entendí también que uno no puede tirar una piedra a un perro para retarlo porque eso no es límite, es crueldad, exageración, enajenación o negación de las propias sombras y fallas, que la piedra se guarda sólo en caso de que el perro se te esté avalanzando para morderte.

Y entendí que esos "demases" a los que tanto demandamos, en cuanto a la calidad de su amor, de su conducta, de su generosidad, de que suelten o no suelten , de que nos traten como queremos, y ese largo e inútil etc, están tan afectados como nosotros de lastimaduras, imposibilidades transitorias o más o menos permanentes, de eso que ahora se llama "toxicidad" pero que en realidad es la misma imperfección saludable que tenemos todos a cuestas, y que sólo se torna insalubre cuando no queremos hacer algo al respecto, ni queremos aprender cómo se hace.

O sea, aprendí a tratar de tener más humor, no siempre me sale, pero a veces me sale.

Y que hay días, momentos, afortunados días, muy afortunados días en que uno se siente maravillosamente querido, o querida en mi caso, que ayer fue uno de esos maravillosos días en que simplemente nada falta, ni adentro ni afuera, en que el mundo es hermoso tal como es, y más aún, en que todos quienes quisimos que estuvieran estuvieron, del modo que pudieron, y los que no, fueron los menos, o simplemente no dolieron por un rato, esos días en que el haber de la Vida deshace directamente la sensación de debe, porque todo es un HABER frente al cual se agradece con todo el corazón.

Dense por aludidos.