te advierto en que abro los ojos
no siempre de la misma manera
con la misma prontitud o lentitud
con el mismo ánimo,
y en que Mar, ella sí,
siempre
viene a saludarme
a veces lamiéndome
otras trayendo a la cama uno de sus juguetitos
botellas abolladas
o huesitos de cuero.
En algún momento me paro
camino hacia la ventana
y levanto la persiana de madera.
Es ahí cuando Mar y yo nos decimos
buen día día
buen día sol
buen día alegría
buen día tristeza
buen día cosas lindas y cosas feas
buen día en resumen
improvisando en cada despertar
mientras yo le tomo las patas
y ella es irremediablemente feliz
según creo entender
cada vez que hacemos el ritual
cada vez que llegás
día
a nosotras
al mundo
(imagen tomada de la web)
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