"qué me importa que se rían/ y nos llamen los mareados", Enrique Cadícamo
quien sobrio creyó tus promesas
le creyó dos veces a tu alma
Si fueron falsedades o verdades
-como flores de un día-
deberás dos disculpas
Pero si heriste sobrio
con la única droga de tu propio veneno
tendrás suerte
si con un solo perdón
alcanza
(otro más de mi colección Tangos feroces, ediciones "El resentimiento")
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